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¿Acertaron los empleados de Nestlé al salir públicamente contra el boicot?

Aunque Nestlé estaba en las listas de boicot a "productos catalanes" -como otras muchas-, el comunicado de UGT ha conseguido el efecto indeseado: al colocarla en el foco mediático, ahora varios medios han escarbado y criticado el activismo independentista de su responsable de RRHH (actualización al final del post).

Un empleado de Nestlé, colocando bombones en cajas
Un empleado de Nestlé, colocando bombones en cajas / Redacción FRS
Carlos Azofra

08 de noviembre 2017 - 18:52

La función más básica de los medios de comunicación no es otra que la de narrar lo más relevante de cuanto sucede. Sostenía Martínez-Albertos, gran teórico del Periodismo, que los redactores deben informar con honestidad, pero “sin mesianismos” -su función no es pretender salvar al mundo-. En este sentido, publicar noticias sobre fenómenos “negativos” inevitablemente contribuye a aumentar su notoriedad social, pudiendo beneficiar por ende a sus promotores. El debate deontológico viene de lejos y resurge de vez en cuando, sobre todo en relación a la cobertura de atentados terroristas.

Partiendo de esta premisa, si el mero hecho de informar del boicot a empresas catalanas contribuye a que adquiera mayor notoriedad y abona el fenómeno, por mucho que la línea editorial de los medios sea pública o manifiestamente contraria, es cuestionable la utilidad de la decisión de los trabajadores de Nestlé de proclamar su rechazo al boicot, habiendo podido conseguir un efecto contrario al pretendido por más que insistan en que sus centros de producción están repartidos por toda España. En este tablero de emociones iracundas de ida y vuelta en que se encuentran la sociedad catalana y la española en su conjunto, el solo hecho de que su sede social permanezca en Cataluña -tras dos mil empresas trasladadas- es motivo suficiente para los consumidores pro boicot. No parecen entrar en mayores consideraciones: simplemente esperan conseguir reacciones.

Siendo legítimo y absolutamente comprensible desde el punto de vista humano que los empleados españoles de Nestlé salgan a expresar públicamente su “inquietud” y el “miedo” a perder sus puestos de trabajo, habría que pararse a pensar si este comunicado, además de la inconveniencia de poner a la compañía suiza en el foco de los medios, no ha hecho sino elevar la moral de quienes defienden el boicot como forma de protesta y presión, una legión creciente integrada ya por el 23% de los españoles no afincados en Cataluña, según el informe de Reputation Institute.

¿Hasta cuándo durará esta perversión del consumo y los argumentos de compra? ¿Qué culpa tienen las empresas radicadas en Cataluña y sus empleados? Sean cuales sean las metas últimas del Govern que salga de las urnas del 21-D, a corto plazo debería atemperar su discurso, gobernar con la responsabilidad que se merece el pueblo catalán en su conjunto y contribuir al acercamiento con el resto de España, toda vez que la vía de la confrontación tan sólo ha servido para dañar la marca Cataluña y los intereses de los catalanes. Es esperpéntico que empresas catalanas se vean obligadas a proclamar a los cuatro vientos su “españolidad”.

Como suele escucharse últimamente, todos debemos contribuir a recomponer los afectos. Hagamos posible que se deje de hablar de boicots y podamos seguir hablando exclusivamente de los únicos factores que deberían importar en el lineal al hacer la compra: la calidad, el precio, el marketing, la innovación...

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[Actualización 14/11/2017]

... y caza de brujas: la responsable de RRHH de Nestlé, señalada por su activismo independentista

En mi post apuntaba a que la decisión de los trabajadores de Nestlé (UGT) de emitir un comunicado pidiendo que no se haga boicot podía ser un error porque en la práctica no hacía más que poner a la empresa en el foco de los medios. No me equivocaba...

Dos días después, el portal Dolça Cataluña, combativo con el nacionalismo catalán, señalaba a Silvia Cortés Torres, responsable de Recursos Humanos de Nestlé España, por su activismo separatista: "¿Qué hace una responsable de Recursos Humanos de Nestlé divulgando su separatismo?" (...) "A lo mejor si triunfan las ideas de Silvia, la UGT de Nestlé dice que se pueden perder muchos puestos de trabajo, dejando a muchas familias en el paro. Y a lo mejor a muchos españoles no les gusta que una empleada de Nestlé endose lo de espanyansroba o espanyanspega, y dejan de comprar sus productos; no es justo, pero es humano".

Esta información, propagada por Whatsapp y otras redes sociales, ha sido recogida también por El Español: "Silvia Cortés presume de activismo pro secesión mientras la filial de la multinacional con sede en Barcelona trata de contener un boicot". El diario digital de Pedro J. Ramírez parece haber buceado aún más en sus perfiles sociales y comenta que promovió el uso de aplicaciones como Firechat, "recomendada por activistas como Julian Assange para evitar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado antes de la consulta ilegal (...) "Asimismo Cortés retuitea al exvicepresidente del Govern, Oriol Junqueras, actualmente en prisión provisional acusado de presunta rebelión", concluye la pieza informativa.

Silvia Cortés, votando en el referéndum del 1 de octubre
Silvia Cortés, votando en el referéndum del 1 de octubre

Es indiscutible el derecho de todas las personas a promover sus ideas políticas, por radicales o rupturistas que sean, pero su difusión puede perjudicar la reputación social de la compañía para la que trabajan en cargos de "responsabilidad", sobre todo si tienen eco en medios de comunicación ubicados en la trinchera "enemiga". De un lado y del otro, de forma imprudente se está promoviendo la antipatía a lo catalán entre el consumidor más politizado que se recuerda, nacido a raíz del proceso secesionista (no juego a ser equidistante).

Mis abuelos maternos trabajaban juntos vendiendo pescado. Algún verano les ayudaba. Mi abuelo Blas, nacido en Barcelona, en la Gran Vía de les Corts Catalanes, tenía estudios medios y sólidas convicciones de izquierdas. Mi abuela Eladia, de La Rioja, era de derechas y apenas sabía escribir. Medio en broma, medio en serio, a veces les oía discutir de política, de forma muy básica, como lo harían dos grandes amigos que en voz alta se dan caña por ser del equipo de fútbol rival. Eso sí, jamás les oí hablar de política o de temas que pudieran generar desafecto entre una clientela igualmente dividida.

- "¡Chica rubia, qué guapa!". Mi abuela analfabeta si estuviera viva podría dar hoy lecciones de márketing.

El interés de toda empresa, grande o pequeña, es el mismo: conectar con sus potenciales compradores creando un clima de confianza y respeto. En definitiva, caer bien. Por eso aquellos trabajadores que ocupan puestos directivos serían más "responsables" si dejaran las trincheras tan habituales en España a los políticos profesionales (así nos va). Los hay más prudentes que incluso crean cuentas falsas en Twitter y se quedan tan a gusto.

Carlos Azofra

editor de FoodRetail.es

Twitter: @CarlosAzofra

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