Lidl continúa con su estratégica exaltación kitsch: vuelven sus tacones MDD

El nuevo enfant terrible de la moda que nunca habríamos imaginado sigue con su premeditada oda pop a lo cursi, a lo hortera… Definan como quieran esa fascinación malsana por la combinación de sus llamativos colores primarios (rojo, amarillo y azul), planificada con nocturnidad y alevosía como parte de su estudiada estrategia de comunicación. El post de Carlos Azofra, editor de FRS.

Lidl ha llevado su marca a límites nunca antes explorados.

Todos sabemos que las marcas de la distribución (MDD) lo están petando, pero nunca antes un retailer había llegado tan lejos en su apuesta. Tanto que a este paso Hacendado va a parecer, a su lado, una marca de lujo ("siempre a precio bajo", eso sí).

Ahora anuncia a bombo y platillo la vuelta de sus tacones, ideal para combinar con sus calcetines corporativos y, por ejemplo, con esa mítica riñonera, todo un epítome del mal gusto, como reconocen en privado algunos de sus directivos.

La ya mítica riñonera marca Lidl.

Lidl sabe que los medios de comunicación generalistas están más centrados hoy en lo anecdótico y viral que en lo importante. También sabe que ser valiente en comunicación (aunque se exponga a esta justificadísima crítica) genera relevancia y ahorra costes de publicidad. Marketing pop en la distopía que vivimos: lanza algo lo suficientemente horrible, y voilà, ahí tienes tu recompensa.

Antes de que alguien pueda pensar que Claus Grande (por cierto, ¿alguien lo ha visto alguna vez?) y sus directivos en Lidl visten de esa guisa (más allá de hacer la gracia entre familiares y amigos), conviene aclarar que, tras esta apuesta, hay poderosas razones estratégicas:

En resumen, Lidl emplea con maestría esta estrategia para aumentar la notoriedad de la marca, sorprender a sus clientes, atraer a nuevos públicos y generar conversación; todo mientras refuerza su imagen de marca accesible y creativa con una inversión ridícula.

Eso sí, si algo también nos ha enseñado Lidl es que no importa rebasar el límite del buen gusto cuando se pueden conseguir gratis unos buenos likes.

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