¿Por qué medios serios se suman a la teoría de la conspiración contra el sector alimentario?
“La industria alimentaria y los supermercados nos engañan con sus triquiñuelas”. Esta idea conspirativa, que comenzó a transmitirse hace apenas un par de años a través de algunos influencers y medios digitales “de trabuco”, la están comprando medios de comunicación de los tradicionalmente considerados serios. ¿Por qué razón?
En un contexto difícil, cuando no desesperado, para las empresas informativas, con el desplome de las ventas de periódicos y de los ingresos publicitarios ligados al papel, de pronto éstas se han visto inmersas en la batalla por la influencia en internet. En este nuevo terreno de juego las métricas son mucho más exigentes y la monetización bastante más complicada ante la sobreoferta de medios y la ausencia de suscriptores. Los españoles, amantes del “todo gratis”, desconocemos que si queremos periodismo de calidad, alejado del sensacionalismo y las guerras por el titular más agresivo, debemos financiar los medios, como sí ocurre en países avanzados de nuestro entorno como Francia, Reino Unido, Alemania, Estados Unidos... "Si un servicio es gratuito, el producto eres tú", se suele decir.
Lo cierto es que en internet existe una batalla general por conseguir influencia, anunciantes (en algún caso a base de "garrotazos") y clics fáciles (el CPM casi se vende "al peso") que está creando un periodismo de clickbait basado en la rápida difusión de sus contenidos a través de las redes sociales, con enfoques agresivo-conspirativos que, además de crear alarma, obvian la incuestionable realidad de fondo: la seriedad de una industria alimentaria española (y de una distribución) ejemplar en su conjunto en el cumplimiento de la legislación, que año tras año bate records de exportación y que se ha consolidado como la principal locomotora del país, con unas ventas de 100.000 millones de euros y que da empleo a 500.000 trabajadores.
Son pocas y dispersas las voces de respuesta que se alzan desde la industria, donde falta una política de comunicación que defienda activamente la imagen de un sector cada día más demonizado en los medios. Entre las voces que sí se escuchan está la de Jorge Jordana, del consejo rector de Anfaco-Cecopesca (Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescado), que recientemente denunciaba en Linkedin las ”medias verdades” referidas a un artículo donde en concreto se cuestionaba el surimi: “El Español, periódico digital pretendidamente serio, es uno de los tradicionales difamadores de los productos de la industria alimentaria y de sus empresas. Con asiduidad propalan que la industria alimentaria es una fábrica de engaños y que los productos que elaboran son insanos y si son ultraprocesados "son directamente alimentos perjudiciales para nuestra salud". Y se queda tan ancho”.
Este profesional del sector también criticaba recientemente la falta de rigor de otro artículo, esta vez publicado en “El Confidencial” en relación a los alimentos con mayor riesgo de ser adulterados, que hacía referencia a un informe que señala a España como el país de la UE que más sospechas genera: “Este periódico digital debería cambiar la denominación de su sección sobre los alimentos. Se llama "Alimente", se podría llamar "Alimentamos el miedo". Entre otras referencias, dicho artículo se hace eco del, en su opinión, “impresentable informe de la OCU sobre el aceite de oliva, donde los aceites se clasifican por la percepción subjetiva de unos catadores que sentencian que un aceite es mejor que otro. Es el propio artículo el que es un fraude”, concluye.
La OCU, "una empresa privada"
En este sentido, no son pocas las voces del sector de la industria y la distribución que cuestionan la fiabilidad e independencia de la OCU, cuyos informes son frecuente origen de polémicas en relación a productos de gran consumo. “Es una empresa privada, que nadie se llame a engaño”, suelen argumentar en privado.
Aunque no todo el mundo se calla. En concreto, Enric Ezquerra, presidente de Supermercados Sánchez Romero, se viene quejando en Twitter del escaso rigor de la OCU en sus comparativas de supermercados, que año tras año etiquetan a esta cadena como "la más cara". La queja parece muy lógica en un retailer que vende "calidad" (una ecuación que incluye el servicio), y que no tiene marca propia.
Según un reciente estudio de la Universidad de Washington, en 2040 la esperanza de vida española alcanzará los 85,8 años, lo que le convertirá en la más alta del mundo. Los españoles estamos entre los más longevos del planeta, con una esperanza de vida media cercana a los 83 años (la número uno en Europa y cuarta más alta del ranking global). Además del estupendo sistema sanitario y de los demostrados beneficios de la dieta mediterránea en su conjunto, digo yo que alguna “culpa” tendrá también una industria alimentaria nacional que se esfuerza por adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores y que no se merece la sombra de “maldad” que sobre ella se llega a proyectar en determinados medios de comunicación.
Carlos Azofra, editor de FoodRetail & Shoppers
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