Cadena Crítica como paliativo de la incertidumbre
Los términos incertidumbre, riesgo o fracaso no deberían estar asociados a ningún proyecto. Sin embargo, en el día a día de la gestión, surgen circunstancias no previstas que ponen en peligro el éxito del plan empresarial. Tendemos a querer estar seguros. Seguros, no ya sólo sobre lo que pasará, sino seguros de conocer dinámicas que nos ayuden a gestionar la incertidumbre. Esencialmente porque hay cuadros de mando a los que les cuesta entender que las circunstancias ajenas a nuestra voluntad dependen de una multitud de variables, la mayoría de ellas difícilmente controlables. Por ello es clave entender la gestión de la incertidumbre como un aspecto más de la gestión del proyecto, junto al calendario, el equipo o los recursos, para que sea sinónimo de éxito y de calidad.
La gestión de la incertidumbre se basa en la valoración de los riesgos que pueden surgir y la búsqueda de soluciones anticipadas a posibles contrariedades. El directivo debe planificar para minimizar el número de variables que se alejan de su capacidad de control, decisión y solución, tratando que estas sean las mínimas y con las mínimas consecuencias posibles. Porque, como ya indicamos en la primera entrada de este blog, con la improvisación, y sin visión estratégica, no logramos nada. Nada positivo.
Planear cada una de las fases de un proyecto es un ejercicio necesario, y obligatorio, para poderlo llevar a la práctica con la seguridad de que todo saldrá bien. No obstante, pese a que la predicción sea minuciosa y se hayan tenido en cuenta diferentes variables, siempre pueden surgir nuevos acontecimientos que pueden suponer un riesgo o una oportunidad.
Una buena estrategia es planificar tiempos y recursos extras para posibles desviaciones durante el proyecto. Así, cuando surja un contratiempo, estarás preparado para afrontarlo porque ya lo has tenido en cuenta. Para ello una de las mejores formas de gestión de la incertidumbre es el método de la Cadena Crítica, que permite a minimizar los riesgos, sacarle partido a la incertidumbre y simplificar las tareas de gestión de proyectos.
Con este método quedan cubiertos el alcance, es decir el control de cada actividad considerada crítica. El trabajo, entendido este como el análisis del tiempo necesario para garantizar la ejecución de cada actividad. Los temidos costes, haciendo especial hincapié en la acumulación de gasto. La calidad, basada en el seguimiento continuo que detecte a tiempo cualquier desviación. El riesgo, porque minimizarlo requiere de un control que la aplicación de esta metodología proporciona. Por último, el calendario de eventos, que permite monitorizar su materialización de acuerdo al planning y aportará indicios sobre el ajuste temporal del total del proyecto.