Ocho coma tres, resultado de mi encuesta en el Congreso Aecoc
En el Congreso de AECOC se han reunido mil directivos y propietarios de un montón de compañías (que representan, dice, el ventinosequé por ciento del PIB) para debatir sobre el estado de cosas de su sector y de lo que han venido en llamar "Liderar la nueva normalidad". El asunto es que... más allá de contenidos y datos... mi inquietud era saber... cómo están los ánimos entre el personal.
Animado y pelín alocado, decidí hacer una encuesta express entre unos cuantos afines (quiero decir amigos) presentes en el patio de butacas, pasillos o entre canapés, con la intención de que me contestaran a una pregunta sencilla: ¿Cómo estás de bien de 1 a 10?
El resultado, salvando inexactitudes propias de un aficionado (perdón NIELSENs y demás) y las contestaciones –algunas hiperpensadas que diferencian, por ejemplo, puntuación de trabajo y puntuación de conciliación- es bestial: 8.3.
Antes me había hecho yo la pregunta test y me puse nota (sin trampas) en 8.2. Mi familia bien. Mi optimismo moderado. Pero tranquilo, la verdad. Expectante. Haciéndome mayor. Viendo pasar con serenidad las cosas. Y me sentí afortunado. Inocente servidor.
La extraordinaria media del FMCG esconde “nueves tirando a dieces”, varios “onces”, el “doce” de un recién jubilado -punto de reflexión y de inflexión- algunos sietes y la más baja, un 5.9. No cuento el excepcional “4” de quien reconoció trancazo, ni tampoco la valoración del que amablemente contestó desde China ni del que se autoubicó “en el c... del mundo” (no malas por cierto).
No puedo diferenciar entre Presis y directivos. Ni entre amos y trabajadores. Vieja es la excusa pero terca la realidad : ”No tengo muestra”. Tampoco entre ponentes y asistentes. Pero tanto da. Se parecen un montón. Me han contestado -por distinto canales- 73.
¿No sorprende tan buena nota? Ocho coma tres. ¿A qué puede deberse este excelente resultado?
A) Efectos colaterales.
Sin duda hay algo de “efecto Congreso”. Como el día de excursión de cole, salir de la rutina y la clase libres de exámenes (salvo ponentes que también han respondido con notas similares) da aire. El teléfono y el email pesan menos. Y el problema se va dos días más allá.
Hay también aquello de encontrarse con viejos colegas o incluso amigos (que no de los nefastos y falsos saludos de cortesía mal disimulada).
Quizás ayude además una ponencia optimista o incluso, para los más básicos, como el que escribe, una copita -siempre responsable- de vino o cava.
¿Digamos que todo esto sumado sea un 10%? ...Pues 7,1.
¿Mentirijillas? Otro 10% : 6.3.
Con la que cae, la nota sigue siendo bestial...
B) En medio de incertidumbres brutales.
Máxime, si analizamos con objetividad el entorno. De la política -que ya habló Javier- sin comentarios, de la economía macro (deuda, deficit, indice de pobreza, reparto de la riqueza...) trastabillando. De sociedad (Brexit, rombo de la población, descontento social, crispación, desigualdades crecientes...) fatal... ¿Entonces?.
C) En un sector que medio chuta.
La razón no son los datos. Pelota palante. Crecimiento moderado. No quiero entrar. Los fabricantes saben mucho de su negocio particular y los que son distribuidores del total. Y lo que es más relevante: no ha cambiado de forma sustancial.
En consecuencia, me apego a aquello que nos han dicho tantas veces: La principal causa del estado de ánimo está en el coco. Me alegro mucho de que sin demasiados motivos de negocio (siempre queda la salud y la familia) el ánimo ande tan bien en este sector que da de comer directamente a todos e indirectamente también a muchos (empleados) responsables de manufacturar y vender (con innovación eso sí) en toda España.
Pero no nos podemos quedar aquí. No nos debemos quedar aquí. Directivos contentos que conducen un sector monumental. ¿Que más?¿Qué hacer con esta buena situación -antes llamada bendición- que declaramos poseer al parecer todos sin excepción?
¿No vale la pena convertir esta autosatisfacción en un virus que se contagie entre amigos y colegas de este y otros cien sectores más?
Primero, ¿Y trasladar algo - aunque sea un poco más - al mencionado y ávido consumidor-ciudadano de libertad y prosperidad que según las encuestas anda con los bolsillos rotos y el ánimo atascado en el 2010? Publicidad, novedad, colores... ¡Optimismo, jolín! ¡Un pelín más de alegría y felicidad!
Segundo...¿Y transmitir también este estado de gracia a todos los colegas?. Proveedores, clientes, jefes, subordinados, compañeros. Aquí no hay nadie que sea más. Quien tenga más nota, que comparta y que reparta más.
La tozuda realidad se puede cambiar. Se cambia cada día con esfuerzo, tenacidad, alegría, profesionalidad, ganas de hacer, de entender, de colaborar. Como la de muchos de los que han estado escuchando ponencias, intercambiando opiniones, criterios, miedos y experimentos. Puedo estar equivocado pero esto es también innovación y ojalá no me equivoque en que sea “la nueva normalidad”.
¿Entonces?¿O es que resulta que los datos de la miniencuesta estaban todos mal?
Gracias a Joaquín, Oscar, Luis, Marcos, Alberto, José María, Aurelio, Manuel, Carlos, Antonio’s, Luises, Juanes, Bosco, Pepe y todos los demás.
Antonio Agustín