36 (congresos de Aecoc)
Acabo de cumplir 36 y se me ha puesto mal cuerpo. ¿Por qué será? La reflexión de un Antonio Agustín contrario a que el sector caiga en la autocomplacencia.
Fabricantes y distribuidores. Nos hemos de llevar bien. Faltaría más.
Inmerso casi toda mi vida profesional en el sector de gran consumo -y viviendo con él y de él- he acabado también adormecido, casi hipnotizado por los aparentes logros y atontado por declaraciones de escaso contenido y casi siempre anodinas.
Este sector de la alimentación (enorme) que mueve montañas de dinero, que da trabajo y genera ingente riqueza es también responsable de que las mentes de sus dirigentes acaben necesitadas del psicoanálisis y no puedan salir del colapso ni tan siquiera con electroshock.
Figura que es moderno, innovador, vanguardista y sometido a la voraz opinión del consumidor. Presume de competitivo, puntero y cumplidor (en la pandemia lo hizo muy bien).
Escapa a grandes escándalos, sea de comprar voluntades con enormes comisiones, de corrupción y en general de la política diaria porque su verdadero juez y verdugo es la gente de la calle. Dado que no da, no recibe y escapa a las puertas giratorias. Ajeno al Expansión, Cinco Días, el Economista y el general al color salmón. No se espabila nunca con las ayudas públicas que recibe, por ejemplo, el sector del automóvil cuando sufre parón. Ni da que hablar con las escandaleras propias de las grandes obras públicas nacionales o internacionales, ni está ligado al pelotazo propio de lo que ha tenido que ver con construcción.
Este sector es como una enorme finca en Ciudad Real. Solo accesible a los drones.
Cuando Catalunya era más, era el tiempo de Gallo, Gallina Blanca, Borges o Riera Marsá. Todos sabían que detrás de una modestia estudiada, se escondían pequeños imperios basados en la audacia y el ingenio… Este modelo tan catalán de hacer fue a más hasta extenderse por todo el sector del gran consumo nacional. Grandes fincas, grandes haciendas con cultivos que siempre tienen secretos y muy poco expuestos al microscopio de la prensa, el Twitter, los grupos de denuncia o las ONG’s .
Todavía existen apellidos que visten el packaging de magdalenas, leches, pastas, licores o perfumes mostrando que la iniciativa de algunos prohombres fue auténtico motor. Hoy ya, rodeados de enormes corporaciones, lo original pierde brillo en favor de la más que discutible productividad.
Es casi perfecto el ajuste entre quien hace el mal y quien lo cubre… No hay vergüenzas. Hoy por ti mañana por mi. Todo controlado.
Estoy algo depre con el cumple 36, porque entreveo a casi todas las almas del Congreso en una forzada paz que les otorga participar en el negocio seguro de la alimentación.
¿Estamos todos tranquilos con la conciencia que ya no tenemos?
- Por favor, que nada se mueva de verdad. Hay que demostrar, vociferando si es necesario, que este sector es innovador.
Yo diría más bien el paraíso del “Mee to”. ¿Hay algo más estático que un supermercado? ¿Algo que siga siendo tan parecido al CA-PRA-BO original o al PRYCA-Prat? ¿Hay ejemplos de actitudes y negocios que hayan cambiado menos? ¿ O que sigan siendo tan parecidas después de 36?… Casi igualitos… De verdad.
- ¿Y la sostenibilidad? Años y años tapando las vergüenzas de la reutilización, vendiendo productos con envases irrecuperables o fabricando referencias -por su tamaño por ejemplo- que ni siquiera se pueden reciclar. Plásticos a mansalva, packs, o briks que acaban en arcenes de autovía y alcorques huérfanos de polígono industrial.
Los espárragos de Chile o de oriente en un país “cojonudo”, el refinado que se consume en el paraíso del aceite virgen, el derroche de agua para producir y regar un maíz que sirve para alimentar unas vacas que están allá. Y por envases y embalajes que no quede, aunque sea en Asia, alguien los acabará queriendo quemar. O simplemente amontonar.
Todos te dicen que van a “abrir la agenda para cerrar contigo un día”. Y que se alegran de verte.
- ¿Y la Salud? Azúcares, añadidos, mejunjes inconfesables directamente desahuciados por las autoridades de higiene y salud siguen estando en las listas de la composición.
- ¿Y la igualdad?
Mientras el mundo se escandaliza de la poca presencia de mujeres, aquí tanto da.
Es el reino todavía de una corbata que campa ya sólo entre banqueros y abogados de alta tradición. Camisa blanca o azul con las iniciales grabadas y gemelos para rematar. Y todo ello recubierto con un buen blaiser oscuro y preferiblemente azul (los lustrosos trajes de El Corte en la banda baja y en la alta y aspiracional de Armani y Boss).
Como en la mejor época de CONTINENT. Casi todo pues, sigue igual…
La lógica, es siempre la dominante. Los comentarios (los costes crecientes este año), los obligados. Siempre previsibles pero no por ello inesperados. Lo sorprendente en este mundillo es que alguien diga algo extraño o se salga del marco. En vez de mil y una, parece que como en China, todos trabajen para el mismo gran padre o madre. Esto se parece mucho a la Corea “mala” en la que nadie se sale del área marcada.
Todo, todo es absolutamente previsible.
Los sistemas de medición, iguales para todos. Ni siquiera la publicidad se desmelena.
El pretendido respeto a Dios supremo -valenciano-, a un Dios hijo franchute y a un Dios espíritu que transita entre Catalunya, el País Vasco y Madrid… Más convenciones…
¿De verdad alguien cree que vamos a ir mucho lejos con un sector tan convencional? La autocomplacencia es una mal asunto. He creído durante 35 años que éramos la berza y casi no podíamos mejorar.
Hay muchas fórmulas por inventar, muchos modelos por imitar (Gallo, Gallina Blanca, Borges, Riera Marsá) y muchísimos desafíos por asumir.
El planeta se queja y se acaba. Las desigualdades y el hambre siguen ahí. Los jóvenes y las mujeres -por cierto- ¿dónde están?
Es normal que esté pesimista con 36. Me doy cuenta de que soy mayor y que voy a hacer mucho menos -muchísimo menos- de lo que quería cambiar.
¿Estamos a tiempo?
Me he vuelto majara y loco de atar?
La revolución… ¿para cuándo?
¿No hay nada más retante para los grandes cerebrinos de este sector que también construye mundo y bienestar que “Estar, estar y estar”?
Acabo de cumplir 36 y se me ha puesto mal cuerpo. ¿Por qué será?
No hay comentarios