Restituir el honor
Si se promueven noticias negativas que luego resultan ser erróneas, ¿debemos también otorgar espacio y voz a las que las desmienten para restaurar el equilibrio? Pongamos el caso de la aspirante DIA como ejemplo. El artículo de Antonio Agustín en FRS.
En abril de 2018, el grupo ruso LetterOne, capitaneado por un tal Fridman, tomó el control de la empresa DIA.
El hecho sorprendió a propios y también extraños porque presagiaba cambios de rumbo imprevisibles (que acudan a la hemeroteca sectorial y salmón los más jóvenes…).
Las primeras decisiones afectaron directamente a su consejero delegado, que fue despedido en agosto del mismo año. Meses más tarde, en octubre y enero de 2019, se descabezaron las direcciones financieras y comerciales (España e Internacional). ¿Falta de confianza? ¿Necesidad de contar con gente más alineada con las nuevas directrices?
A los pocos meses se les abrieron causas judiciales que iban desde la malversación, pasando por el fraude contable hasta llegar a la administración desleal. Poca broma.
Todos ellos perdieron su trabajo, la credibilidad en el entorno profesional, unos cuantos amigos (o que ellos creían que lo eran), quizás la autoestima y, especialmente, el honor.
Su teléfono dejó prácticamente de sonar.
La gravedad de las acusaciones hizo que muchos optasen por la prudencia de la desconexión por aquello del “Cuando el río suena… nunca se sabe”.
A los que seguíamos de cerca la marcha de la empresa y conocíamos a algunos de los actores, nos sorprendió todo aquello.
El caso es que, poco a poco, fue desmoronándose la aspirante DIA, un retailer moderno, con equipos jóvenes, criterio propio y estilo diferente. Construido con la pasión y la inteligencia del “clan de los Javieres” y del que algunos esperaban que se convirtiera en la contra de la inefable Mercadona.
Hace pocos meses, la causa judicial se cerró para todos los acusados. A su favor. Habrán respirado descansados. Tal vez hayan restablecido un hilo de afecto perdido con algunos amigos e incluso algunos familiares reticentes han dejado por fin de lado la sospecha, como la de Joan Fontaine con Cary Grant cuando le acercaba el vaso de leche que temía envenenado.
El tema de hoy aquí es que, cuando damos alas a noticias que hunden, si más tarde resultan incorrectas, falsas o incompletas…, ¿no deberíamos dar también espacio a las que después las contradicen?
Hay seguramente muchos casos. Este es un ejemplo. Procuremos estar atentos en no contribuir a la difamación y el descrédito. Y sobre todo, apoyemos la restitución hasta donde podamos.
Antonio Agustín, en FRS.