Viernes negro: cambia el color de los números
Curioso que negro y viernes se hayan convertido en palabras con reclamo comercial. Porque así unidas, de entrada, parecería que más bien debieran generar un recuerdo espontáneo que va de lo terrorífico a la inocentada fatal.
Cuando empezamos tímidamente en España con esto, algunos descreídos vaticinaron que el impacto no se haría notar porque era una cosa que venía de fuera y se circunscribiría al entorno digital.
Si el Thanksgiving no se nos había pegado hasta la fecha... ¿por qué sí el black friday del día después del pavo y el recogimiento familiar?
En 2016 Amazon vendió en España -dijeron ellos- un artículo cada 10 segundos.
En este 2017 hemos constatado que la locura se ha desatado e ido a más -hasta 1500 millones- y que el contagio se ha extendido hasta las entrañas del comercio más analógico y tradicional.
Entre otros efectos, consumir genera placer. Psicólogos expertos explican así el crecimiento loco de este carnaval de comprar. También dicen que si la acción es masiva -y con componentes competitivos-, más.
Habrá que ver ahora en qué medida el ciudadano es racional y administra sus dineros restando las compras de este viernes a las de la Navidad o bien se deja llevar por un día de borrachera y gasta de más.
Un tendero amigo me ha dicho que este año toca desenfreno porque la cuaresma que llevamos ha sido triste, larga y pertinaz. La veda se ha abierto. Puede que sea verdad aquello que se comenta en USA desde hace unos años de que este viernes el comercio cambia el color de sus números de rojos a negros con rotundidad... ¡Ojalá!
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