El Ministerio no consigue poner orden en los etiquetados de los envases de huevos
El pasado septiembre de 2020 el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación aclaraba, tras unas consultas del sector, las condiciones de etiquetado de las diferentes categorías de huevos, tratando de poner luz entre los diferentes modos de producción que existen en el mercado. Sin embargo, como a continuación detallaremos, las nuevas especificaciones añaden más confusión, si cabe, para el consumidor.
Desde hace unos años el lineal del huevo se ha llenado de envases, referencias y categorías varias. La tendencia imparable del consumidor a reclamar alimentos donde se tenga en cuenta el bienestar animal, la anunciada medida de algunas cadenas de eliminar los huevos producidos en sistemas de jaulas, además de la presión de los movimientos animalistas, estaba llevando a algunos productores a emplear expresiones que no se corresponden con la realidad de sus sistemas de cría. Por esto ahora el MAGRAMA ha decido intervenir.
Aclararemos primero que en España existen 4 sistemas de producción de huevo:
- Jaula o “código 3”. En este sistema (el mayoritario en España, con un 77% de la producción en 2020), las gallinas permanecen toda su vida productiva en naves, dentro de jaulas. La normativa de 2012 establece una superficie mínima de 1 m2 (poco más que un ascensor estándar para 4 personas) por cada 16,7 gallinas.
- Suelo o “código 2”. En el sistema de suelo (muchas veces denominado hasta ahora como “Libres de jaulas”) las gallinas están también encerradas y no tienen nunca acceso al aire libre, pero no permanecen en jaulas. El espacio disponible mínimo debe ser de 1 m2 por cada 9 gallinas. Las gallinas de suelo producen el 13% de los huevos en España.
- Campero o “código 1”: En la cría campera (9% del total nacional) el espacio mínimo debe ser de 1 m2 por cada 9 gallinas (dentro del gallinero); no sólo eso, la diferencia fundamental es que cada ave debe disponer de 4m2 de parque exterior.
- Ecológico o código 0: Las condiciones son parecidas respecto al sistema campero (6 gallinas/m2 en el gallinero y 4 m2 de parque exterior), pero además se exige que al menos el 80% del alimento proceda de la agricultura ecológica. Los medicamentos están muy restringidos. El reglamento no establece ninguna obligación sobre condiciones concretas de higiene, tanto de los animales (lesiones por picaje, infecciones) como de las instalaciones.
Para entender qué suponen estas indicaciones en los etiquetados de las cajas de huevos y cómo van a afectar al consumidor a la hora de comprender lo que está eligiendo en el lineal, hemos analizado la mencionada nota técnica ministerial y comprobado su adecuación a las realidades de los cuatro sistemas de cría de gallinas ponedoras en España.
- -Se prohíben las expresiones “gallinas en libertad” o “gallinas criadas en libertad”, habituales y diferenciadoras de las producciones camperas y ecológicas.
Se trata de uno de los aspectos más polémicos de los criterios del Ministerio y más perjudiciales para los pequeños granjeros de huevo campero y ecológico frente a las producciones de suelo (gallinas estabuladas, esto es, en establos o gallineros y sin salida al exterior), porque la libertad y el pastoreo de sus gallinas es su principal factor diferencial.
En efecto, las gallinas de estos dos sistemas de cría, a diferencia de las de suelo, pastan a diario. Salen de sus gallineros para estirarse, aletear y picotear al aire libre y cuentan con un parque obligatorio –regulado por ley- de al menos 4 m2 por ave.
Ahora, debido a esta norma ministerial, los sistemas camperos y ecológicos no pueden hacer valer ni resaltar en sus cajas la libertad de sus gallinas como valor claramente distintivo de bienestar animal.
Y todo ello a pesar de que van a seguir produciendo igual, de forma más costosa y con las condiciones legales exigidas para su sistema.
El Ministerio explica en su nota por qué prohíbe emplear la expresión “gallinas en libertad”, o “gallinas criadas en libertad”: “No podrán utilizarse tampoco como información adicional aunque el sistema de cría sea campero o ecológico, ya que, aunque en este caso los animales salen al exterior, no se puede considerar que estén en libertad, y por lo tanto induce a error”.
Hemos contactado con un pequeño productor de campero, quien explica cómo el argumento del Ministerio no es comprensible: “Las gallinas no viven en completa libertad (o salvajes) desde el Neolítico, cuando fueron domesticadas. Desde hace cientos de miles de años son aves de granja, por lo que no sabrían cuidarse por sí solas. En el sistema campero se las mantiene a cubierto, en los gallineros (y por su propio bien) durante el tiempo de descanso, alimentación y puesta, que coincide con los períodos en los que no hay luz en el exterior. Pero el resto del día tienen las puertas abiertas para disfrutar a demanda de largas horas de libertad -las centrales del día, generalmente-. Por ello, no entendemos por qué se nos prohíbe emplear esta expresión, gallinas en libertad, en nuestras cajas, porque es la que verdaderamente nos define”.
2. -Se permite la ya extendida expresión “libres de jaula” en huevos de suelo y se iguala con ella a los sistemas campero y ecológico.
Según el Ministerio, “la mención libres de jaula se podría utilizar en los sistemas de cría campero, ecológico o suelo, siempre y cuando no pretenda inducir a error”.
Al equiparar con la denominación “libres de jaulas” las producciones de suelo, camperas y ecológicas, se está beneficiando claramente al productor de suelo, un sistema que no supone un cambio significativo en las condiciones de vida de las gallinas ponedoras por cuanto permanecen toda su vida estabuladas.
Es decir, las gallinas de suelo pisan suelo, pero de cemento u hormigón y no pastorean por prados, ni pastos, como en el caso de las camperas o ecológicas.
Y esta asimilación que hace el Ministerio, al permitir que las tres categorías: suelo, campero y ecológico puedan denominarse “libres de jaulas”, no hará sino acentuar este equívoco.
Parece, entonces, que el gran perjudicado volverá a ser el consumidor, puesto que se le priva del derecho a elegir lo que compra basándose en una información veraz y adecuada.
De nuevo, comprobamos que es muy probable que aumente la desinformación entre el consumidor de huevos, un producto básico de la cesta de la compra.
Este último aspecto, el no poder emplear expresiones relativas a la libertad de las gallinas tanto en sus envasados como etiquetados o publicidad, con la amenaza de la retirada de producto, ha sido mal acogido entre los productores de huevo campero y ecológico, porque, según apuntan:
“Lo que distingue principalmente a los huevos de jaula y suelo, por un lado, frente a huevos camperos y ecológicos, por otro, es la libertad de las gallinas. Por eso no estamos de acuerdo en no poder explicarlo, porque ese aspecto, precisamente, marca la diferencia. Y el consumidor debe conocerlo para tomar una decisión informada. Es decir, debería contar con todos los datos de forma clara y ordenada para saber qué está comprando, cómo se han obtenido esos huevos, y decidir en consecuencia. Es su derecho”.