Supermercados, palanca de innovación de la cadena alimentaria
Aurelio del Pino, presidente de Aces. Desde Aces siempre hemos reivindicado el papel que nuestras empresas han jugado en la modernización de la economía en general y de la cadena alimentaria en particular como último eslabón de la cadena de valor.
Si hablamos de innovación, no podemos obviar que nuestro propio origen es el resultado de esta: el surgimiento del formato de autoservicio dio lugar a los supermercados y supuso un cambio rupturista en la distribución alimentaria, un primer paso que facilitó el impulso de procesos que han ido sirviendo para mejorar día a día la calidad de vida de los consumidores y la eficacia y eficiencia de nuestro sistema económico. Hoy, los programas de innovación de nuestros asociados, Auchan Retail, Carrefour, Eroski, Lidl y Supercor, contribuyen activamente a la modernización de la cadena alimentaria de nuestro país, siempre gracias a la colaboración público-privada y a la relación directa con el resto de eslabones que la conforman.
Es una innovación que se da en el propio origen de los productos; en el viaje de un tomate, no ya desde la huerta sino en su propia concepción -¿qué tomate van a demandar los hogares?-, hasta la mesa de nuestros clientes, la innovación es transversal a todos y cada uno de los que componemos la cadena alimentaria.
Esta realidad nunca se había visto puesta tan a prueba como en los últimos meses condicionados por el impacto de la pandemia. Y es que tanto nuestros supermercados como todos y cada uno de los integrantes de la cadena alimentaria han demostrado en 2020 que España puede estar orgullosa de ser un ejemplo no solo europeo sino mundial.
Uno de los primeros efectos, además del evidente impacto en la salud que provocó la pandemia, fueron las compras de acopio en los supermercados durante los primeros días. Así comenzaba el que sin duda iba a ser el año más complicado para todos, y recientemente el «Barómetro OSA», impulsado por Aecoc y realizado por Nielsen, confirmaba que el 95,2% de las veces que los consumidores españoles fueron al supermercado en 2020 encontraron el producto que buscaban.
El avance, disposición y profesionalidad de la cadena alimentaria -con los supermercados como punta de lanza y lugar donde se encuentran los productos con los consumidores- nos habían preparado, gracias a la modernización de la última década, para afrontar el año más difícil para el sector y en el que la disponibilidad de productos en los lineales españoles tan solo bajó 0,5 puntos sobre el 95,7% registrado en 2019. Un hito que además se consiguió poniendo siempre por delante la seguridad de empleados, proveedores y clientes, que en todo momento reconocieron el esfuerzo realizado.
La capacidad de adaptación de los supermercados ante un panorama que cambiaba cada 24 horas solo fue posible gracias a que los procesos de innovación forman parte de su ADN, y, aunque a veces no sea perceptible por el consumidor, siempre redundan en su beneficio de manera directa al mejorar la eficiencia y la eficacia de la cadena de suministro y la seguridad y sostenibilidad de los productos.
OBLIGADOS A INNOVAR
Pero 2020 ya es pasado y hoy todos nos enfrentamos a la gran cuestión, ¿y ahora qué?, cuya respuesta es tan sencilla como complicada de llevar a cabo: de nuevo innovación. El escenario actual y las nuevas necesidades creadas a partir de la pandemia, como el crecimiento exponencial del ecommerce o el cambio en los horarios y desplazamientos del día, así como el trabajo en remoto, nos obligan a adaptar estos programas de innovación orientándonos tanto a la mejora de la experiencia de compra de
los clientes, incorporando masivamente la tecnología y cubriendo los distintos momentos de compra y consumo, como hacia la propia cadena alimentaria, encontrando nuevas vías para ser más eficientes, más sostenibles, más dinámicos y más seguros mientras seguimos desarrollando un surtido que se adapte al nuevo consumidor, donde variables como la salud y la amplitud de gama son claves. Y además, debemos hacer todo esto en un contexto socioeconómico complicado, con grandes esperanzas puestas en que la aplicación eficaz de los fondos de reactivación de la UE permitan el impulso definitivo al sistema productivo de la cadena alimentaria, sobre todo en los ámbitos de transición ecológica y transformación digital, y en el que el intervencionismo de administraciones y entidades reguladoras no se convierta, en ningún caso, en parte del problema sino que sea parte de la solución.
En conclusión, la cadena alimentaria española cuenta con entidades innovadoras, responsables con la sociedad y conscientes de su importante papel para la innovación y modernización de nuestra economía.
Todos tenemos el firme compromiso de avanzar en una distribución sostenible y generadora de riqueza y empleo, y así lo hemos demostrado siempre. Para ello, tanto las empresas, como Aces, ofrecemos nuestra colaboración leal a los reguladores públicos y al resto de los agentes económicos y sociales implicados, poniendo a su disposición nuestro trabajo basado en un análisis honesto, técnico y riguroso. Porque hoy la innovación debe formar parte de la agenda de todos.
Tribuna de Aurelio del Pino, presidente de Aces, incluida en el Anuario de la Innovación 2021 de Food Retail & Shoppers. Clic aquí para descargarlo de forma directa y gratuita.
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