Los españoles, enganchados a escanear productos y evaluar su impacto en la salud
Juan Carlos Téllez, redactor jefe de Food Retail & Shoppers. Cada vez más consumidores quieren conocer lo que compran y los efectos en su salud. Ello explica el boom de las apps de escaneo que califican el impacto de los alimentos, aunque sus criterios simplificadores no están exentos de polémica. ¿Son realmente eficaces estos gadgets tecnológicos? ¿Quién controla al examinador?
-Nota del editor: este artículo fue publicado en el Anuario de la Innovación 2021 de Food Retail & Shoppers, que vio la luz en marzo de 2021-
Hace mucho tiempo que la palabra consumidor va mucho más allá de sus definiciones clásicas en el diccionario de la RAE. Es cierto que no ha dejado de ser ese individuo “que consume” y esa “persona que adquiere productos de consumo o utiliza ciertos servicios” pero ni mucho menos se queda en una acepción tan estática del término. El consumidor del siglo XXI es un consumidor exigente, escéptico, consciente, preocupado y especialmente bien informado.
Si sumamos todas estas características, no es de extrañar que el acto de compra se haya convertido en un escrutinio de todos y cada uno de los alimentos o productos compramos. Ya no sirve esa campaña de “busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo”. Ahora queremos pruebas fehacientes de que ese producto que vamos a comprar y a consumir es el mejor para nuestros intereses y gustos. Si a esta exigencia le sumamos unos hábitos de consumo volcados en la vida saludable, con el auge de tendencias como el consumo veggie, la reducción de azúcares en la dieta o la producción ecofriendly, tenemos el caldo de cultivo perfecto para la proliferación de gadgets tecnológicos hasta hace bien poco desconocidos que se están convirtiendo en asesores inseparables del shopper: las apps de escaneo.
Cada vez es más común el uso de aplicaciones móviles que, a través del escaneo del código de barras de un producto, son capaces de emitir un veredicto sobre cómo de saludables es, ofreciendo una puntuación final en función de sus ingredientes. “Se están convirtiendo en factores decisores de la compra en algunos shoppers”, explica Xavier Cros, experto en shopper marketing. De hecho, añade, cerca de la mitad de los consumidores de entre 18 y 65 años sensibilizados con el consumo saludable declaran que al menos conocen (y muchos utilizan) alguna aplicación de estas características.
Excelente, bueno, mediocre o malo. Este es el “semáforo” que plantea Yuka, la app de moda (4 millones de descargas en España, donde cuenta con un millón de usuarios al mes, y nada menos que 10 millones de usuarios en Francia). Se trata de una aplicación gratuita cuya mecánica es muy sencilla: permite escanear desde el móvil los códigos de barras de los productos para evaluar su impacto en la salud, ofreciendo además una ficha detallada que permite entender el análisis de cada producto. Cuando el impacto es negativo, el sistema recomienda productos similares y más beneficiosos para la salud. Y aquí es donde surge la polémica. Son los propios desarrolladores de la app quienes determinan los baremos para considerar un producto más o menos saludable, y esta subjetividad examinadora le ha costado a la app no pocas críticas.
El pasado año, la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) elevó una queja ante el organismo regulador Autocontrol contra esta startup al considerar que la publicidad de Yuka "es engañosa en cuanto presenta la app como una herramienta que mejora la salud de sus usuarios pretendiendo influir en las opciones de compra de éstos sin rigor científico”. Autocontrol dio la razón a FIAB al señalar que “los criterios que utiliza Yuka no permiten afirmar con carácter absoluto y sin ningún tipo de precisión que un producto tenga efectos perniciosos o beneficiosos sobre la salud”. Se refiere a la calificación negativa de un producto en base a sus eventuales efectos perniciosos sobre la salud por la presencia en él de aditivos autorizados o la valoración positiva utilizando el criterio de la producción ecológica. En resumen, lo que dictamina Autocontrol, igual que numerosos nutricionistas consultados por Food Retail & Shoppers, es que el hecho de que un producto tenga el respaldo de la ‘producción ecológica’ no le hace ser bueno per se (ni viceversa).
Julie Chapon, cofundadora de la startup, nos explica que la app sólo intenta dar acceso a la información de la composición del producto para comprender su evaluación. En caso de escanear productos mediocres o malos, “Yuka recomienda con total independencia productos similares y mejores para la salud”, señala su creadora recordando que la aplicación no permite la presencia de anunciantes que puedan generar un conflicto de intereses.
Polémicas aparte, lo cierto es que Yuka se ha convertido en una herramienta que tienen en cuenta no sólo los consumidores, sino también los propios productores. La compañía ha monitorizado el impacto de la app en Francia sobre consumidores e industriales y ha constatado que decenas de productores han modificado la composición de sus productos ante las sugerencias de Yuka. Los responsables de la compañía nos adelantan que empiezan a ver estos cambios también entre algunos productores españoles.
El caso de Yuka es uno más entre el ecosistema de apps que ha surgido al amparo de la búsqueda de una vida saludable. El CoCo es otro caso de éxito en nuestro país. Se presenta como una app móvil gratuita “que tiene como objetivo fomentar un consumo más consciente”. La aplicación interpreta la información nutricional que aparece en los envases de distintos alimentos. Los usuarios pueden escanear el código de barras de cualquier producto y obtener una nota nutricional que orientará al respecto de la idoneidad de ese producto en el patrón de alimentación del consumidor.
El algoritmo de El CoCo “utiliza una metodología de puntuación propia basada en diversos trabajos y escalas ya existentes, contrastadas y reconocidas por la comunidad científica”, explican sus responsables. Añaden que sus calificaciones se basan en diversos trabajos científicos y en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
Lo cierto es que no es extraño toparnos con consumidores en el supermercado que, móvil en mano, escanean el etiquetado de productos antes de introducirlos en la cesta de la compra. Incluso los propios distribuidores son conscientes de esta tendencia y han empezado a desarrollar sus propias aplicaciones. Uno de ellos es Eroski, que en los últimos meses ha reformulado su App Eroski Club para incorporar nuevas funcionalidades dirigidas a la formación e información de los consumidores en cuanto al escaneado de alimentos. La problemática de este sistema es que la cooperativa vasca adoptó hace años el semáforo nutricional Nutriscore, que en los últimos tiempos también viene cargado de polémica por sus carencias a la hora de analizar los productos.
Como vemos, se trata de un asunto complejo y no exento de detractores. El sentido común nos dice que es muy difícil encontrar el prescriptor perfecto. Sin embargo, en cuestiones alimentarias, nunca está de más tener información sobre la composición de un producto. El consumidor, consciente e informado, tomará la decisión que crea más conveniente. Como consecuencia, al quedarse los productos al desnudo, muchas marcas se verán obligadas a reformular sus referencias para hacerlas más atractivas a los ojos de esta legión de activistas de la salud, cuyo número va creciendo de la mano de las redes sociales y los nuevos mesías de la alimentación.
Articulo de Juan Carlos Téllez, redactor jefe de Food Retail & Shoppers, incluido en el Anuario de la Innovación 2021 de Food Retail & Shoppers. Clic aquí para descargarlo de forma directa y gratuita.
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