Francesc Cosano, una chispa en la vida
Perfil del director general de Coca-Cola Europacific Partners (CCEP), por Antonio Agustín.
Aún con larga trayectoria profesional en Coca-Cola —tuvo unos pasos breves por el sector de los alcoholes y la leche—, ha desarrollado extraordinaria y envidiable capacidad de adaptación.
Muy querido por todos los que lo han tratado, imparte cariño y reparte caricias a sus amigos, transmitiendo percepción fiel de que siente auténtica preocupación por todos ellos.
Dicen que gestiona muy bien los equipos y que su gente le adora. Ha creado escuela y ha hecho —o permitido— crecer a muchos colegas.
Lo cierto es que se dedica, entrega su alma y es un excelente encarregat: cuando el señor de la hacienda le pida cuentas le dará las explicaciones que correspondan devolviendo muchos más talentos de los que recibió.
Tiene buenas palabras. Habla bien de todos y si le fuerzas a ello, disimula. No se siente a gusto haciendo malos comentarios —ni siquiera medianillos— de los demás.
He comprobado también que es un hombre generoso. Recordaré siempre su contestación cuando le mostré mi admiración por una enorme botella de Coca-Cola de cristal que reposaba en una balda de su despacho de Barcelona: se levantó, la vació de unas monedas que tenía dentro y me la regaló:
—Para ti.
No es el perfil típico del que ocupa su puestazo. Hay directivos que invaden muy bien su mesa, su traje y se anudan perfectamente la corbata. Él no tiene necesidad de hacerlo ni le gusta. Es un tipo normal con preocupaciones normales.
Cuando le preguntas qué ha aprendido de management, dice:
—No, te voy a decir lo que aprendí de un jefe que tuve que fue nefasto: todo lo que no tenía que hacer.
¿Y en qué es especialista Francesc?¿De qué sabe? Pues de todo en concreto y de nada en particular. Es una persona bien equilibrada y con mucho sentido común. Un tipo equilibrado.
Cuando puede se escapa a Menorca donde coincide con un vecino que también ha hecho mucho y bien y ha merecido un escrito como este.
Tiene un grupo de amigos que se reúnen con frecuencia: todos son del sector y buena gente.
Es de talante agradecido. No escatima confirmar oralmente o por escrito su reconocimiento.
Si falla en algo, quizá, sea en que le falta un punto de buen humor —y si me equivoco, querido Francesc, perdóname—, y si lo tiene y no se ve es porque prefiere que no aflore ni un tanto así de informalidad o superficialidad. Se toma todo en serio y no quiere que alguien llegue a pensar por error que no lo hace. “Cuesta pillarlo”, dice un buen amigo común.
Por mucho que le recuerdes que su 'vidorra' de CEO se acaba asegura sin necesidad de convencer que él es poco CEO y no le preocupa bajar unas cuantas escaleras y viajar sin que nadie le conozca.
Efectivamente, si le preocupa algo es trasmitir imagen de frivolidad y de divismo.
La salida de la línea ejecutiva no va a ser traumática. No podía ser de otra manera. Cierta continuidad o ligazón garantiza el momento de la desconexión. Además, sería cerril para la empresa desaprovechar de golpe tanta sabiduría.
En fin y resumen, que nos encontramos con un espécimen —creo, en extinción— que, siendo jefe de manada, ha conducido a todos mucho más lejos de lo que ellos tenían previsto llegar. Y lo ha hecho con seguridad, sin darse importancia y de muy buen rollo. ¿Se puede pedir más?