José María Cervera, alto mando de la Hostelería

Perfil del ex director general de Makro y presidente de Food Service Institute, por Antonio Agustín.

José María Cervera.

Su casa profesional ha sido Makro. Allí se ha desarrollado como ejecutivo y, en buena manera, también como persona. Tiene grandes recuerdos de su paso por esta empresa, en la que dejó excelentes recuerdos y muchos amigos. Algunos expertos se refieren a su época de España como un auténtico caso de transformación empresarial. Los cash dejaron de ser “negocio de destino” a cédulas con cientos de vendedores orientados a la conquista de clientes restauradores. De pasivo y casero “embaucador” a galán activo que cautiva en itinerancia.

Desde entonces, muchos propietarios de bares y prestigiosas casas de comida le adoran y le rinden tributo. He sido testigo. Por haber contado con ellos -por haberles demostrado respeto-, por haberles convencido con buenos argumentos y cumplido con la buena palabra.

Este era -es todavía- un sector con algunos complejos en el que Don José María construyó con la excelencia un gran orgullo de pertenencia. En su caso también la buena educación y las formas han sido condición importante, ya que son el reflejo de cuidado personal y voluntad de disposición manifiesta. Lo decía Voltaire: levantarse del sillón cuando se acerca una dama demuestra que, si uno está dispuesto a esforzarse en circunstancias normales, de qué no será capaz a cuando sean adversas…

La exquisitez empieza en los pequeños detalles. En broma empecé a decírselo, y cada día que pasa, más en serio: debe ser algo de familia, de la familia Cervera. Del almirante que fue ministro y senador del Reino. “He querido que asistáis conmigo a esta cita con el enemigo -dijo antes de la batalla en el puerto de Santiago de Cuba- luciendo el uniforme de gala. Sé que os extraña esta orden por impropia en combate, pero es la que vestimos los marinos españoles en las grandes solemnidades”.

El texto de sus correos electrónicos son casi perfectos. Como sus whatsapps. Siempre, siempre, incluye una primera fase de interés y, al final, una despedida cordial.

No mira mal, no piensa mal. Y es de verdad. Puedes sospechar cierto punto de ingenuidad, pero es una ingenuidad de piedra, poderosa: “El enemigo nos aventaja en fuerzas, pero no nos iguala en valor”.

No te puedes enfadar con él -juega con ello-, porque te da mucho cariño de verdad: “Es lo habitual que al enemigo se le odie, sin embargo Cervera es ejemplo de un enemigo respetado y admirado por sus adversarios… La retirada del almirante Cervera determina la conclusión de la carrera profesional de un oficial cuya suerte en la guerra no correspondió en manera alguna a lo que merecían sus méritos personales”, se leyó en el New York Times a los diez años de la última batalla de Cuba, cuando con salud debilitada decidió pasar a la reserva.

Se le pueden poner los ojos llorosos, e incluso llora abiertamente, en cualquier presentación pública, porque pone todo su corazón. Y se avergüenza poco. Aunque es verdad que eso también empieza a vender y compra afinidades -especialmente entre féminas-, porque a los demás la pose o el orgullo nos hace tragar momentos amargos simulando que nos importan y afectan menos de lo que en verdad nos incumben. No es pues debilidad, sino fortaleza.

Parece despistado pero no se engañen. No lo es. Sabe muy bien a dónde va y los buenos relojes le marcan las horas. No se le escapa una, especialmente si es para hacer apostolado del buen rollo y sumar algo al sector de la hostelería.

La última reflexión para el anecdotario: me enseñó a dar abrazos. Yo no sabía ni practicaba -salvo en los entierros- y reconozco que, después de una clase rápida, me convenció de su valor y me convirtió en fan. Muchas gracias.

Otra nota: José María Cervera es también presidente de la asociación de la Familia Cervera, la del Almirante Pascual Cervera y Topete.

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