Retos y oportunidades de la agroalimentación en 2023
El experto en agroalimentación analiza las claves de este año que acaba de comenzar
2023 se presenta incierto, con un crecimiento económico bajo mínimos y una inflación alejada de la moderación de antaño. Si bien el consumo se resiente, las exportaciones se comportan bien por su buen posicionamiento de nuestros productos. El sector agroalimentario debe reivindicarse y quitarse la injusta diana de la opinión pública, asumiendo una actitud transparente y divulgadora. Innovar es esencial y la sostenibilidad debe ser integrada como pieza clave en la estrategia de las empresas, con una visión de medio/largo plazo.
Nos estamos enfrentando a escenarios de incertidumbre y complejidad a los que no somos ajenos ni en lo micro ni en lo macro. Hemos interiorizado, casi de una forma automática, conceptos como inflación, volatilidad, reacción de los mercados, BCE, Euribor… y otros tantos que hace un tiempo solo eran tratados en determinados círculos y jergas profesionales.
Obviamente, la agroalimentación no es ajena a toda esta situación, sobre todo cuando como consumidores dedicamos gran parte de nuestro presupuesto mensual a este menester y vemos cómo cada mes debemos aportar más sin ver llegar el momento de parar o incluso reducir.
Nuestro sistema agroalimentario, estratégico para nuestra economía, se diferencia del resto de integradores del PIB por su elevada complejidad, fruto tanto de su creación como de su evolución y conformación en el tiempo. Es por ello que se ajusta más al funcionamiento como un ecosistema integrado por multitud de elementos (eslabones en la cadena de valor) que interaccionan y reaccionan entre ellos de forma continua, a veces agregada y conjuntada, y otras de forma contraria e incluso con intereses y formas claramente opuestas.
Podemos deducir, por tanto, que su reacción ante cambios y modificaciones en las variables macro y microeconómicas implicará escenarios diversos e implementación de políticas diferentes adaptadas a cada situación, en general no de forma integral e integrada como sería deseable, pero sí con una clara vocación de servicio (recordar la pandemia) y de contención en aplicación y traslado de costes reales que afectan de forma intensa y profunda al escandallo y por ende a la cuenta de resultados.
LA POLARIZACIÓN DEL CONSUMIDOR
Un primer factor que va ganando vigencia y protagonismo en la generación de estrategias y planes dentro de las empresas integrantes del sector es el consumidor. Su papel cada vez es y será más relevante. Toda empresa que se precie deberá estar lo más próximo posible a él para anticiparse a cambios, modas, tendencias y reacciones que a buen seguro influirán en lo que hacemos, cómo lo hacemos y qué ofrecemos.
Parece claro que nuestro consumidor cada vez estará más polarizado, con un mayor gap entre los que priorizan el precio (aumento de la MDD, productos sustitutivos, reducción de cesta de compra, mayor número de visitas a tienda con menor compra unitaria…) y los que dan más importancia a otros factores (sostenibilidad, información, trazabilidad, calidad, nutrición, proximidad...) Cada empresa deberá establecer su estrategia en función del posicionamiento que considere y, obviamente, del valor añadido aportado junto a su posición en la cadena de valor.
LA AGROALIMENTACIÓN, EN LA DIANA
Como segundo aspecto que me gustaría destacar, observo cómo en el entorno de la opinión pública crece la costumbre de colocar al sector agroalimentario en la diana de las críticas, convirtiéndolo en un chivo expiatorio del incremento de precios. Todos conocemos ese erróneo y tan discutido comparativo entre lo que se le paga al sector primario y el PVP final al que lo compra el consumidor. Ese dato frío y mal explicado, donde se comunica el factor multiplicador en número o porcentaje, necesita una explicación detallada particular para que se conozca lo que hay detrás. La transparencia debe ser un valor en alza. Tenemos y gestionamos la información necesaria: mostrémosla. Debemos adoptar una posición divulgadora, diría que pedagógica, y salir de la caverna para difundir nuestras explicaciones en foros, publicaciones, debates y eventos. Se debe entender cómo trabajamos y el esfuerzo (de todo tipo) que supone que cada día los consumidores dispongan en su mesa de los alimentos que precisa.
Con ello demostraremos y pondremos de relieve no solo que somos esenciales sino también que somos un sector estratégico clave para nuestra economía y, por tanto, con rango suficiente para participar en las importantes decisiones presentes y futuras. En definitiva, debemos explicar nuestras magnitudes y ser entendidos por la sociedad (desde los consumidores hasta los centros de decisión del país) como actores fundamentales con roles definitorios en el devenir presente y futuro.
Según las previsiones generales desde organismos de acreditada solvencia, el escenario para el año 2023 se presenta complejo, con un crecimiento económico bajo mínimos y una inflación todavía en proceso de volver a los valores moderados a los que nos habíamos acostumbrado. El pasado mes de octubre ya se resintió el consumo, un factor primordial de tirón de nuestra economía y por ende de nuestro sector. El otro punto, las exportaciones, se están comportando bien a pesar de la situación generalizada de los mercados. Nuestros productos de alimentación tienen un buen posicionamiento y son demandados en múltiples países y regiones como preferentes en la decisión de compra.
LA SOSTENIBILIDAD ES Y SERÁ ESTRATÉGICA
Dentro de este escenario, el sector agroalimentario no debe perder el norte y olvidar lo que le ha permitido posicionarse, ganar competitividad, valor añadido, resiliencia, estabilidad y atractivo en los mercados (fondos de inversión que viran hacia agroalimentación como diana y en la parte negativa la especulación que genera tensiones de precios “irreales”).
Es por ello que considero clave y oportuno destacar que la sostenibilidad debe ser integrada como pieza clave en la estrategia de las empresas, con una visión de medio/largo plazo que permita fortalecer y trabajar en base a conceptos y políticas acordes al triple pilar que conforma el equilibrio necesario: económica, social, medioambiental. Su evolución y desarrollo irá dirigido hacia conceptos como la intensificación sostenible, compendio y resumen que recoge términos como agroecología, eficiencia y reducción aplicados a todos los eslabones de la cadena de valor, desde el sector primario (mejora genética, agricultura de precisión, gestión del agua, datos, mejora en prácticas culturales, productos fitosanitarios…), el sector elaborador/transformador (energía, materias primas, producto intermedio, escandallo, productividad, logística, automatización…) y el sector comercializador (predicción de la demanda, desperdicio alimentario, emisiones, envases,…). Todo ello debe ir dirigido hacia la implantación real de una economía circular que sea evaluable, cuantificable, realizable, entendida y difundida con un visión integral e integrada de la cadena de valor.
Disponemos de herramientas muy importantes para poder gestionar de forma dinámica y práctica los retos derivados de los escenarios definidos. Es necesario que sean aprovechadas e imperen en la cultura de nuestras empresas. Empiezo por la innovación, entendida en su más alto y amplio concepto: hacer las cosas de forma diferente. Este hecho implica salir de antiguos corsés y actuar solo sobre producto. Entremos en mejorar y cambiar procesos, modificar y optimizar tareas y actividades, generando en la organización una cultura que permita la adaptación a las continuas modificaciones de nuestro entorno. En este universo jugarán un papel muy importante todo lo relativo a agro y foodtech, modalidades de generación de negocio vía start-ups que permiten con recursos limitados bancos de pruebas para su posterior implantación en el mercado con escalabilidad.
Dos herramientas que concibo unidas, con un fuerte presente y un potencial de desarrollo futuro muy extenso, la tecnología y la transformación digital, tienen un amplio recorrido para ser aplicadas y generar las necesarias mejoras en la eficiencia, productividad, información, anticipación, planificación/programación y gestión. Destaco la gestión de los “datos e información”, todo un campo que va desde el sector primario hasta el consumidor. Con una orientación de participación y colaboración de los diferentes eslabones de la cadena de valor se generarán proyectos muy potentes que redundarán en beneficio de todos los agentes participantes.
Todo lo expresado gira y orbita respecto a un concepto clave como es el talento. Nada de esto puede llevarse a cabo sin generar los equipos y organizaciones dirigidas y con mentalidad, visión y ejecución hacia los objetivos estratégicos marcados con la utilización de las herramientas que tenemos a nuestro alcance para su implantación y desarrollo. El reto es común y global partiendo de la necesaria formación a diferentes niveles de acuerdo a las necesidades presentes y futuras de los diferentes agentes y elementos constitutivos del ecosistema agroalimentario, donde considero integrados las universidades, centros de formación, centros de investigación y desarrollo, proveedores técnicos y administrativos, administraciones y entidades públicas junto con los eslabones prácticos de la cadena de valor. Debemos hacer atractivo a nuestro sector, formar orientando a las necesidades, retener con propuestas atractivas, desarrollar e incentivar profesiones evolucionadas a los tiempos y necesidades del entorno, y escenarios presentes y futuros.
Dentro de estas dinámicas comentadas tenemos los Fondos Next Generation EU. Tal y como alertamos desde diversas tribunas, está costando mucho su gestión administrativa y entrada en la dinámica real empresarial, si bien continúan siendo un “maná” que de ninguna forma hay que desaprovechar dentro de las diferentes vertientes y proyectos a los que nos podamos unir. Una buena opción sería utilizar los distintos resortes a nuestro alcance como sector para poder vehicular las decisiones hacia los intereses globales, que sin duda redundarán en una mejora y optimización de los procesos y sistemas de nuestra cadena de valor.
Por último, como baño de realidad que es necesario tener presente cuando hablamos de agroalimentación, no se puede obviar el cambio climático, sin duda un “jugador” no deseado pero muy activo que avanza y gana terreno sin cesar. Todo lo comentado influye de forma positiva en permitir que ralentice su avance y que por tanto no genere potenciales crisis, no ya sobrevenidas por nuestra economía, sino realmente causadas por el más importante e influyente de los elementos con los que debemos contar: el clima. Adoptemos medidas, propongamos alternativas, acompasemos y compatibilicemos nuestro sistema productivo a nuestro entorno natural. Proyectos y soluciones tenemos. Pasemos a la práctica.
-----------------------------------------
Este artículo, junto a otros temas de relevancia para el sector, forman parte del ebook "Perspectivas del gran consumo Food Retail & Service 2023", en el que aparecen otros artículos de expertos y análisis.
Además, si quieres estar al tanto de toda la información del sector, te animamos a apuntarte a nuestras listas de difusión haciendo clic aquí (ya somos más de 10.000).
Archivado en
No hay comentarios