La innovación en nuestro complejo sector agroalimentario
Análisis de Fernando Ortega, incluido en exclusiva en el Anuario de la Innovación 2023 de Food Retail & Service.
La innovación es la clave, aunque no sólo referida al producto. Se innova también en operaciones, en comunicación, en el escandallo, en la gestión de energía, en la nueva fábrica o en la ampliación de la actual, en el proceso productivo y logístico, en la negociación con la distribución moderna, en el envase, en la aplicación práctica de la sostenibilidad... todo ello englobado en una acción común dirigida al consumidor/cliente.
Términos como volatilidad, incertidumbre y ralentización sirven para describir fielmente el entorno en que se mueve nuestro sector agroalimentario. Las razones son diversas, plenamente objetivas y demostrables, afectando a toda la cadena de valor en diferentes grados e intensidad.
Primero el muy importante efecto directo del cambio climático sobre los ciclos y dinámicas agrícolas y ganaderas: los datos de pluviometría, con una reducción cercana al 30% en el presente año -respecto al anterior que ya fue malo-; las nuevas estratificaciones de temperaturas, con inviernos más suaves y veranos tórridos y fenómenos climáticos que fomentan la pérdida de suelo cultivable y una clara disminución de las cosechas, y que los tiempos de cosecha / recolección también se distancien en el tiempo respecto de los habituales.
Lo mismo podemos establecer en la parte ganadera -más tiempo de engorde, zoonosis, menores rendimientos-, lo que se traduce en una afectación totalmente directa en los primeros eslabones de la cadena de valor, aguas arriba, y un efecto cascada multiplicador aguas abajo con la inmediata elevación de costes y precios.
Continuamos con la situación geopolítica y geoestratégica. Esta variable ha entrado a jugar sus bazas también en la alimentación. Las tensiones entre países se han traducido en afectaciones a decisiones sobre áreas habituales de producción agro-ganadera o agroindustrial con el consabido efecto sobre la disponibilidad de materia prima, producto intermedio o producto final. También, obviamente, sobre importantes insumos que constituyen parte de nuestro escandallo: la energía, los fertilizantes, los materiales fungibles, los equipos y maquinaria...
Añado al término anterior que parte de estos insumos han pasado a ser atractivos para determinados operadores externos al sector, que han visto una alternativa a inversión ante la rebaja de rentabilidades de los mercados habituales de renta fija o variable. ¿Por qué no destinar parte de la cartera a commodities o a futuros de agua? Clarificador el impacto cuando la especulación entra en juego. Frases como las pronunciadas por Larry Fink, fundador y CEO de Blackrock, generan inquietud: “Hablamos mucho de los precios del petróleo, pero la comida es un problema mayor (...) Hay que estar preocupados por los precios de los alimentos”.
Impacto de la sostenibilidad
La implantación de la sostenibilidad como factor estratégico en la actividad y desarrollo económico, social y medioambiental -sus tres ejes por el momento en desequilibrio-. Con su expresión más clara y palpable en el Green Deal y Farm To Fork. Seguramente a una velocidad de introducción y desarrollo superior a la que el sector puede digerir y asimilar por el importante cuerpo legal que afecta de forma directa a sus costes (energía, envases, desperdicio, laboral, aumento de la burocratización del sistema: por ej., cuaderno de campo, trazabilidad).
En último lugar, incluyo toda una serie de vectores que de una forma u otra han afectado por hechos o decisiones ocurridas en el pasado. Así pues, debemos recordar que hemos padecido una pandemia y que a la salida de la misma se produjo un fuerte choque de oferta, como también las políticas macroeconómicas generadas donde se premiaba la abundancia de liquidez en el sistema. La indiscutible inflación de oferta que padecemos también tiene sus raíces in illo tempore. La unión de todas ellas en el mismo intervalo espacio-temporal ha generado consecuencias que difícilmente podremos superar en el corto plazo por muchas medidas y buenas palabras que oigamos o se pongan en marcha provenientes del propio sector -contención en el traspaso de costes a precio, reducción de márgenes-, del Gobierno o de agentes -bajada limitada de IVA o ayudas- que cohabitan en el ecosistema agroalimentario.
Hasta aquí queda claro el marco y entorno donde se mueve el sector agroalimentario, si bien debo añadir un factor más, su elevada complejidad. Este hecho es relevante cuando se intentan aplicar modelos o políticas que desde un punto de vista teórico o de óptica exterior funcionan.
Son múltiples las interacciones que se generan entre los eslabones constituyentes de la cadena de valor y aprovisionamiento. Los operadores en muchos casos tienen intereses y estrategias no solo divergentes sino también contrarios, con visiones y planes cortoplacistas poco dados al acuerdo/consenso. Es por ello que es necesario hacer planteamientos con una visión integral e integrada, hacia el medio-largo plazo, con un amplio y extenso conocimiento de la operativa, el negocio, la aportación de valor y, en definitiva, hacer aflorar aquello que se constituye en fortaleza y oportunidad.
Innovar es...
La agroalimentación desde siempre ha tenido en sus genes fijada y establecida LA INNOVACIÓN. Y me parece una herramienta de vital importancia para superar el diagnóstico de entorno e interno que tenemos en nuestro sector. El problema es que tenemos el genotipo de la innovación, pero no se ha transformado en fenotipo; tal vez sí en determinadas ocasiones, pero no es la dinámica habitual.
La innovación se ha asociado de forma mayoritaria al producto, a generar “algo tangible” en entornos muy determinados y no accesibles. En cierto modo, se me asemeja a la pariente pobre dentro del triunvirato I+D+i, en tercera posición y en minúscula, cuando la realidad es que su potencial es superior en modo y forma a cualquiera de sus dos elementos precedentes (Investigación y Desarrollo).
La innovación es motor de cambio aplicado a todos los niveles de gestión, procedimiento, proceso, sistema, operativa.... En un ecosistema agroalimentario que está virando claramente hacia el consumidor final, por qué no poner el foco en cómo podemos llegar, interaccionar, abastecer, satisfacer, mejorar, aportar valor añadido, rentabilizar poniendo como medio a la INNOVACIÓN.
Xavier Marcet afirma: “Innovar es poner el futuro en las agendas del presente”. Toda una declaración de principios e intenciones, con una concreta e ilimitada aplicabilidad. Cuando innovo, intuyo y genero a la vez. Mezclo lo que vendrá con lo práctico para poder tener un mejor posicionamiento. En definitiva, se está generando una cultura que lleve implícita de forma general la innovación. No limito al laboratorio, a los de I+D o a “los de marketing”. Innovo en operaciones, en comunicación, en el escandallo, en la gestión de energía, en la nueva fábrica o en la ampliación de la actual, en el proceso productivo y logístico, en la negociación con la distribución moderna, en el envase, en la aplicación práctica de la sostenibilidad... todo ello englobado en una acción común dirigida al consumidor/cliente.
La innovación se aprende, aplicando método y sistema, mediante formación con talleres de aplicación práctica, generando el caldo de cultivo idóneo mediante trabajo en equipo liderado, con objetivos, midiendo su implantación y resultados, transformando la cultura y formas de trabajo en las diferentes actividades relacionadas con la alimentación.
Significa que toda la organización trabaja con esta cultura de innovación y de ahí se hace escalable al sector agroalimentario en toda su amplitud. En la parte primaria, es necesario hablar de intensificación sostenible (agroecología, intensificar, ser eficientes, reducir-economía circular); en la parte secundaria, se hace prioritaria la seguridad alimentaria, la trazabilidad, la eficiencia energética y productiva, y, en la parte terciaria, la reducción del desperdicio alimentario, la democratización de los alimentos y la reducción a mínimos de las roturas de stock.
Todo ello, junto con la participación conjunta y necesaria del resto de los agentes que participan el ecosistema alimentario, tales como centros, universidades y escuelas de negocio, clústeres, institutos que orbitan en torno al núcleo central de la cadena de valor; sin olvidar a la Administración en sus diferentes niveles -europea, nacional, autonómica y local- en sus vertientes tanto de acción punitiva, impositiva y gravosa como de facilitadora, financiadora o difusora de políticas que afectan de una forma directa.
Apliquemos aquello que expresó en su día Thomas Edison: "La genialidad es 1% de inspiración y 99% de transpiración", de sentido e implementación directa a la dinámica de la innovación; y menos aquello que expresó el tenor Alfredo Kraus: "La ópera está en un pedestal al cual no pueden acceder todas las personas, pues depende de su estatus y condición". La innovación se difunde, se extiende, se relaciona y aplica en todos los niveles tanto de las organizaciones como de la sociedad.
Tenemos una magnífica oportunidad de generar cambio, de afrontar los retos y oportunidades del sector agroalimentario mediante la aplicación práctica de la INNOVACIÓN. Generemos proyectos integrados e integrales contando con financiación propia y ajena aprovechando los fondos generados y disponibles en el Perte agroalimentario.
Con equipos multidisciplinarios inmersos en todo el universo Agrofoodtech, junto a la incorporación de herramientas como la Transformación Digital, Nuevas Tecnologías y Nuevas Formas de Gestión de Negocio. Veamos como oportunidad la diana que han fijado los Private Equity y Fondos en general hacia la inversión en empresas para el desarrollo, mediante la necesaria profesionalización, de todo su potencial y realidad. A buen seguro que se conseguirá el desarrollo, crecimiento y estabilidad de un sector estratégico, pilar básico de nuestra economía.
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