Instacart, crowdsourcing en distribución alimentaria
Mientras que los consumidores y operadores españoles se muestran todavía reacios al canal de compra on-line de los supermercados, en Estados Unidos surge un nuevo modelo de negocio que facilita la vida "al que paga".
Se trata de una iniciativa promovida por Apoorva Mehta de 27 años que anteriormente trabajó como ingeniero de sistemas en el departamento logística de Amazon e imagino, que tras ver el funcionamiento del negocio, afirmó: “Esto lo hago yo, y mejor”.
Instacart nace en San Francisco (una de las ciudades del mundo donde más caro cuesta tener internet) a principios de año 2012, iniciando su actividad en Julio de este mismo año con el firme propósito de convertirse en “el Amazon de la distribución alimentaria”, como suena.
Sin almacenes, ni costes fijos en fastuosas instalaciones ni personal (tiene una plantilla de 10 empleados), el cliente puede configurar su cesta de la compra a través de varias enseñas con presencia local, Whole Foods, Jewel-Osco, Mariano’s, Safeway o Costco. De esta forma, con todo los catálogos de productos integrado en la web (en torno a 70.000 referencias), puede comprar su marca de leche favorita en Costco y añadir a la cesta de la compra los filetes de carne fresca que tanto le gusta de Whole Foods. El almacén, el espacio físico, lo pone el distribuidor.
Menú de selección de operador. Durante la compra, se puede cambiar de uno a otro.
Por supuesto; la aplicación para Iphone
La idea es seductora para todos; máxime cuando el pedido se sirve en la misma tarde o mañana, incluso en el plazo de una hora y, a partir de 35 $, el transporte es gratuito. Para ello disponen de un “ejército” de 200 personas que “le hacen la compra” al cliente y se lo llevan a casa por sus propios medios.
Son los llamados “Personal Shopper”, que una vez que el cliente hace un pedido, lo reciben en su Smartphone así como las indicaciones adecuadas para hacerlo: supermercado, pasillo, ruta óptima para llegar, para irse… si surgen otros pedidos de otros clientes, la aplicación aprovecha que está ahí para que recoja las piezas necesarias y le indica el punto óptimo de cita para fusionarlo con los de otros compañeros. La media de sueldo por treinta horas de trabajo a la semana, entre salario y propinas es de unos 500 dólares. No está nada mal ¿no?
La idea sigue creciendo, de hecho ya está implantado en Chicago, Boston y San Francisco. Según palabras de su fundador, el objetivo para 2014 es implantar su modelo en 10 ciudades, objetivo que pueden cumplir, ya que han recibido hace unos pocos meses 8,5 M de financiación serie A de la mano de Michael Moritz, socio capitalista de Sequoa Capital, que ha visto viable el proyecto tras su nefasta experiencia con Webvan. Objetivo realizable, que ya está obteniendo sus resultados: un 35% de incremento mensual de pedidos apoyados en un modelo crowdsourcing sin fisuras.
Evidentemente las amenazas son claras; garantizar la calidad y fiabilidad de los productos y pedidos, y luchar contra gigantes como Wal-Mart o Amazon y otros competidores ya establecidos como Freshdirect o Peapod.
¿Sería viable en un país como España una solución de estas características?
Según las últimas encuestas sobre la utilización de las TIC en los hogares españoles, el 70% de los mismos tienen internet en casa, de los cuales el 66% de los usuarios lo utiliza como mínimo una vez a la semana. De ellos sólo el 12,2% lo ha utilizado alguna vez durante el pasado año (2012) para hacer alguna compra de productos de alimentación y bienes de consumo no duradero, lo cual no implica que lo hagan habitualmente ni que sea en su totalidad en supermercados on-line.
Discernir sobre la situación de España respecto a la utilización de las TIC con el resto de los países europeos, nos explicaría parte del porqué de muchas situaciones como la que está ocurriendo en Francia, por ejemplo con el formato drive, sabiendo que la penetración de internet en los hogares es solo 12 puntos superior.
Lo que está claro es que desde los principales operadores, no se está empujando para que la situación cambie, cuando podría ser un medio para recuperar ventas o crecer.
La lección aprendida con la quiebra en 2001 de Webvan, el inversor principal del proyecto, Moritz, nos da pistas de cuál podría ser la respuesta a la pregunta que planteo: “No había una gran demanda del servicio hace diez años, ahora que la tecnología se ha impuesto, sí”. Al parecer en EE.UU. fracasar en los negocios o equivocarse en los negocios no supone un serio problema, sino todo lo contrario, se convierte en una ventaja.
Ni hablemos de la financiación… otro tanto sobre todo la mentalidad... tanto del cliente como del emprendedor.
Da por pensar que en España llevamos un ligero retraso respecto a otros países, o quizá no, y solo se trata de modelos culturales, mentalidades distintas… Puede ser que aún no sea el momento.
Si esto no es así, mucho me temo que llegado éste, tengamos que dar “un volantazo”.
¿Quién será el primero?
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