Mi visita a una conocida cadena nacional de perfumería
Entro y me encuentro un cordial saludo. Hay poco ambiente, dos o tres clientes y en torno a cuatro empleados. Ello me permite analizar un poco mejor todo lo que veo. Existen varias zonas diferenciadas, perfumería, cosmética, droguería, parafarmacia…
El diseño de la implantación es moderno, agradable y meditado; se puede visualizar toda la tienda desde cualquier punto. La iluminación es la correcta.
Como consumidor encuentro a priori la profundidad y amplitud del surtido adecuado, pero, en un análisis un poco más detallado rápidamente me encuentro con estantería vacía y género excesivamente falseado, demasiadas zonas con “mucho aire”…¿?
Multitud de etiquetas de precio sin producto y a su vez multitud de producto sin precio. ¿?
Casi ya finalizada la compra y visita (en torno a diez minutos), me veo a la jefatura de tienda discutiendo sobre las vacaciones con una empleada en medio de la tienda... ¿?
Mi paso por caja es interrumpida por una llamada al teléfono del establecimiento. Acto seguido, la jefatura llama a viva voz a un compañero. Éste, en la conversación telefónica, le pregunta a jefatura sobre si ha entrado una referencia. Aunque entró un pedido por la mañana, éste aún no sabe si ha entrado o no y, lo peor, no lo consulta… ¿?
Igual es deformación profesional, pero los puntos de mejora se me vienen a los ojos. Y claro, la pregunta, tal y como está el patio, es:
¿No hay nadie que reconduzca y guíe estas situaciones básicas? ¿Tan difícil es transmitir ciertas pautas-hábitos, al personal de tienda, empezando evidentemente por el responsable?
Por desgracia, ya sabemos demasiado bien lo que estas situaciones a la larga provocan.
Pero bueno, es la crisis que…
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