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La carne, la siguiente en la lista

Productos cárnicos
Productos cárnicos / Redacción FRS
Horacio González Alemán

02 de noviembre 2015 - 13:59

Tras la publicación del documento de la IARC de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, habiendo dejado pasar unos días para procesar los acontecimientos, debiéramos compartir algunas reflexiones que, sumadas a otras, seguro que aportan en el futuro.

La primera reflexión seria una vez más en torno a la comunicación. Por muchos matices que haya hecho la propia Organización Mundial a posteriori, no es lógico y no se puede aceptar que un organismo como el IARC lance el comunicado de prensa sin que nadie antes haya sopesado debidamente el texto y sus consecuencias. No es de recibo hacer unas declaraciones de este tipo sin considerar los efectos que han tenido sobre los medios de comunicación a nivel mundial y que pueden tener sobre la industria, sus empleos y su generación de riqueza, por no decir sobre las aportaciones a la nutrición y a la dieta de las carnes y sus productos elaborados. Todo un despropósito, sin paliativos.

Tras el impacto del documento, alguien tiene que contestar con la lógica, la evidencia científica y el sentido común. La primera a quien echo en falta es a la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. Si su objetivo es velar por la seguridad y la salud del ciudadano europeo, sólo cabe una respuesta de su parte al despropósito del IARC. Pena que la propia EFSA quiera renunciar a sus obligaciones y quedar peor aún, por dejación de funciones.

Alguien también debería analizar a fondo el trabajo de la IARC, desmentirlo / desmontarlo y pedir responsabilidades. Este es un tema critico porque si seguimos la teoría de “dejar pasar la tormenta", al final el “vacío tiende a llenarse” y son otros – como el IARC – los que toman el espacio, y se crecen, por lo que va a ser difícil llevar a la cordura y el equilibrio el debate entre alimentación y salud.

El tema de la responsabilidad nos lleva a otra cuestión de creciente interés en relación con las organizaciones internacionales y, en especial, la OMS. Basta recordar como hace años muchos, los gobiernos siguiendo las indicaciones de la OMS se adquirieron millones de vacunas contra la gripe aviar, y al final, nada se supo. Este caso es similar, el daño está hecho y ahora cabe preguntarse quién asume la responsabilidad. En cualquier estado moderno, una “ocurrencia” de este tipo hubiera supuesto una reacción de los grupos políticos y la sociedad, la apertura de una investigación y, en su caso, denuncia, pero como las organizaciones internacionales no se rigen por el modelo democrático, dudo que, en este caso, alguien asuma responsabilidad alguna.

Lo que me temo es que todos estos no son casos aislados. Pocas cosas responden ya al puro azar y, en los últimos años, cuando no ha sido el azúcar han sido las bebidas con contenido alcohólico, ahora las carnes, etc. La sinrazón va en aumento y sólo los agoreros o “vendedores de angustia” parecen tener crédito. Alguien tendrá que poner las cosas en su sitio.

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