De guerras y palmeros
Hace poco se publicaba en FoodRetail un artículo titulado 'España y el aceite de palma: la guerra está declarada', del que ha vuelto a hacerse eco algún medio regional. La verdad es que, a estas alturas del siglo, declarar una guerra por este motivo no deja de ser extraño, y me temo que serían pocos los compatriotas dispuestos a seguir la iniciativa. Por otro lado, cualquier estrategia que se precie primero mide sus armas y luego actúa en consecuencia, para plantar cara al enemigo. Pero no parece este haber sido el caso.
Sea como fuere, y sin entrar en opiniones, quizá merezca la pena recordar lo que la evidencia científica y la realidad dicen al respecto:
- Primero, que el aceite de palma es un ingrediente funcional y en nuestro entorno no se consume como alimento, sino como lo que es, un ingrediente de un número importante de productos alimentarios.
La ingesta, por tanto, es menor; y consumido (como es el caso) en una dieta equilibrada, sin abusos (como dispone la pirámide alimentaria) y con el oportuno ejercicio físico no es fuente de ninguna de las maldades reseñadas. Sería interesante consultar estudios como el de Anibes sobre la dieta de los españoles, donde se refleja que estamos dentro de las recomendaciones de la OMS de 30% de grasas, y de ellas, un 10% saturadas.
- Segundo, es verdad que el cultivo de la palma ha sido causa de deforestación en algunos países, pero desde 2004 los esfuerzos desarrollados por RSPO con su sistema de certificación de sostenibilidad no deben ocultarse, porque van en el buen sentido. Personalmente, yo prefiero ver siempre el vaso medio lleno: me hace pensar que las cosas pueden mejorar y me libera de angustias existenciales.
- Tercero, en cuanto al etiquetado, la norma general común es la del Reglamento de Información al Consumidor, que obliga a indicar la composición exacta de las grasas y aceites que componen el producto. Todas por igual. Y si alguien la incumple, no creo que se produzca en mayor medida en productos con aceite de palma que en otros casos... Habría que demostrar con datos oficiales esa afirmación, lo que no ha sido el caso.
En fin, esto no pretende ser un memorial de agravios, pero sí es importante recordar que en ningún momento ni el Parlamento Europeo, ni la Comisión, ni la EFSA ni la OMS han prohibido el aceite de palma como ingrediente en los alimentos. Y yo sigo confiando en las instituciones.
Donde realmente está la reflexión es en el fondo del asunto. ¿Tiene sentido demonizar un producto desde la víscera, obviando la evidencia científica y la lógica de las cosas? La alimentación es un sector últimamente vilipendiado desde enfoques 'nutrimaníacos' y de supuesta insostenibilidad. ¿Vamos a ser nosotros mismos los que azucemos el debate?
Anteayer fue el azúcar, ayer la palma, luego... ¿A quién le tocará? ¿Vamos a ser respetuosos, inteligentes y capaces de defender lo que nos ocupa o vamos a dar pábulo a todos esos 'vendedores de angustia' que florecen en las redes sociales?
Yo lo tengo muy claro. No me alisto, lo siento.
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