La burbuja de la sequía en los alimentos
Hace poco la ministra Isabel García Tejerina iba a los Desayunos de Televisión Española, donde habló de varios asuntos, quizá los más importantes que tienen que ver con nuestro sector a día de hoy: sequía, Brexit y políticas forestales. También, de paso, habló de Cataluña, porque, claramente, es un tema candente y ya está.
El caso es que sí, habló de la sequía. Y en el telediario de la hora de la comida -una comida que es posible hacer porque algún productor, ya sea ganadero si estás comiendo carne; pescador, si estás comiendo pescado; o agricultor, si estás comiendo verdura; se ha levantado temprano a hacer su trabajo para ti- se hizo un resumen breve: lo que más preocupa a la ministra es que se le corte el suministro de agua a los ciudadanos.
Claro, eso nos preocupa a todos, porque somos ciudadanos antes que productores, pero esa afirmación, a modo de resumen, me ha hecho pensar en lo que estamos viviendo en la realidad. Y es que la sequía parece que es un problema más nuestro que del resto de la sociedad y, lo peor, que los intermediarios no hacen más que frotarse las manos porque mientras siga sin llover, ellos pueden tener la excusa del siglo para seguir subiendo los precios de sus frutas y hortalizas tranquilamente a los consumidores, diciendo que es por la sequía. Y ahí es como nace una burbuja, que en España de eso ya deberíamos tener algo de experiencia, ¿o no? Pero no, no se aprende, sólo se la alimenta, y nunca mejor dicho.
Bueno, pues lo cierto es que sí, en algunos casos la sequía ha afectado, el vino o el aceite son un ejemplo, pero las subidas que se ven en los lineales quizá también sean un poco desproporcionadas, ya se sabe cómo funciona esto, porque estamos hablando de subidas de un 3% o un 5%.
En secano sí ha subido, pero los productos de regadío, están más o menos igual, por lo que no hay excusa que valga, aunque si se quiere encontrar, pues se encontrará, porque los efectos de la sequía pueden ser muchos y muy variados.
En todo esto, ¿qué ocurre? Pues como en todas las burbujas, la sociedad la asimila como cierta, lo que significa que pagará más por los alimentos sin cuestionarse si es justo o no y, mientras, el intermediario evitará cualquier danza que se quiera hacer para que la lluvia llegue, porque no le conviene.
Y nosotros, por nuestra parte, seguiremos madrugando y seguiremos alimentando a nuestros animales con pienso, porque la sequía ha provocado la ausencia de pastos, afrontaremos la subida que se espera, y nuestros precios seguirán sin variar, o si lo harán, será de tan poco, que ni se notará.
Y nos preguntamos también, ¿cómo acabará esto? Qué vendrá antes, ¿la lluvia o el estallido de la burbuja? Por el bien de todos, los productores y los ciudadanos, esperemos que venga antes la lluvia, para evitar tener que seguir contando las pérdidas, de tiempo y de cosechas o de ausencia de las mismas, mientras que otros pasan por caja nuestras desaventuras.
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