La Covid-19 pasa factura a la pesca española por desplome de la hostelería

Barcos de pesca en Galicia / Redacción FRS
Redacción Food Retail & Shoppers

27 de marzo 2021 - 23:13

La flota española ha vivido pérdidas de ingresos, riesgos sanitarios y largas estancias en alta mar el primer año de pandemia, pero su balance es desigual: más negativo en los puertos del Mediterráneo que en el Atlántico y peor para el pescador o la mariscadora cuyas capturas iban a la hostelería.

"La pandemia tuvo un impacto grandísimo: rompió el mercado de la pesca", declara el gerente de la Organización de Productores Pesqueros (OPP) de Lugo, Sergio López, quien matiza que las consecuencias han sido dispares, más acusadas en pesquerías de alto valor, destinadas tradicionalmente a la restauración.

La patrona mayor de la cofradía de pescadores de Vélez-Málaga, Mari Carmen Navas, afirma que el último año "ha sido horrible, una crisis inédita" para los buques del Mediterráneo, según recoge Efeagro.

La flota española tiene 8.884 barcos: 4.665 en el Cantábrico noroeste, 2.360 en el Mediterráneo, 726 en Canarias y 297 en caladeros de la Unión Europea (UE) y otras aguas internacionales, según los datos de la Secretaría General de Pesca (2019).

CUARENTENAS A BORDO Y BAJOS PRECIOS EN EL ATLÁNTICO

El responsable de la OPP-Lugo (40 buques) insiste en que las pérdidas del primer año son diversas dentro de Galicia, primera autonomía pesquera del país.

La pesca gallega redujo su facturación un 11,13% y un 5% sus capturas en 2020, con el hundimiento de precios como los de moluscos, de acuerdo a los datos de la Xunta de Galicia manejados por la OPP Lugo.

López añade que, en un año con cambio de hábitos y varios meses de confinamiento, los precios podían variar de un día a otro un 50 % o algunas flotas, como la del marrajo, no pudieron vender la mitad de sus capturas por bloqueos comerciales.

Recuerda la intensidad del trabajo durante los meses de confinamiento y las cuarentenas a bordo de la tripulaciones de cuatro barcos, por elección propia, ante la detección de casos de coronavirus entre alguno de los compañeros.

También menciona, entre mayo y octubre, la dificultad para relevar a los marineros de barcos de altura que operaban en Uruguay y Cabo Verde, con lo que sus jornadas laborales se prolongaron, porque "era imposible descansar y se cancelaron vuelos".

En la misma línea, el presidente de la asociación de bacaladeros Agarba, Iván López, señala que, en Vigo, la gerencia de ARVI (primera cooperativa pesquera española) bullía y parecía "una agencia de viajes" para resolver ese problema de relevos.

El responsable de la OPP-Lugo admite que las cuentas no han sido tan negativas si se comparan "con el sector textil, por ejemplo".

Sin embargo, lamenta que al principio de la pandemia los pescadores se sintieron "desamparados" por la Administración, cuando trabajaban "a pecho descubierto", sin equipos de protección individual (epi) ni la posibilidad de comprarlos.

LA FLOTA MEDITERRÁNEA PIDE UN RESPIRO

La patrona mayor de Vélez-Málaga, primer puerto pesquero provincial (82 navíos), resalta las dificultades de los últimos doce meses, durante los cuales su lonja se mantuvo abierta, pero muchas cerraron en la costa mediterránea.

Navas confía en que el clima acompañe y la Semana Santa dé un "respiro" a la flota malagueña, muy afectada por los cierres de los restaurantes y la caída de la demanda.

Esta armadora, hija y nieta de pescadores, asegura que la crisis es "inédita" y que en el caladero se suma a la nueva reglamentación que limita los días en el mar: "Si la pandemia no nos mata, nos matará el reglamento del Mediterráneo que solo nos deja trabajar 140 días al año. Eso te duele".

También cuestiona a las administraciones: "Los marineros, como todos, tenemos la costumbre de comer todos los días y no han llegado aún las ayudas, ni las compensaciones de la Covid ni las de paradas temporales; tampoco estamos en la lista de grupos de riesgo (prioritarios) para la vacunación".

En contraste, destaca que en su zona sí hay relevo generacional, se incorporan jóvenes y familiares de los pescadores a la actividad: "Es lo único positivo (de la pandemia). No perdemos la fe. El pescador trabaja en el mar porque le gusta", sentencia.

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