La OCU exige una "ley clara" para los suplementos alimenticios
La "falta de un marco regulador global" da lugar a que se produzcan alertas sobre seguridad alimentaria, asegura.
Alrededor del 20% de los consumidores europeos dice tomar suplementos alimenticios para completar su dieta o mejorar su salud y esta tendencia está subiendo. Por ello, la OCUexige una "ley clara" y considera necesario armonizar las normas al respecto en toda la UE.
"Actualmente, los productos que contienen nutrientes u otras sustancias no están bien regulados porque pueden encajar dentro de diferentes categorías: suplementos alimenticios, alimentos para deportistas o medicinas tradicionales a base de plantas. Por este motivo pueden escapar de las normas sobre alegaciones nutricionales", explica la organización de consumidores.
Asimismo, recuerda que la idea de que los ingredientes naturales son menos peligrosos que los medicamentos está ampliamente extendida entre la población. Pero esta apreciación "no tiene en cuenta las dosis de ingesta ni las posibles interacciones de los suplementos alimenticios con los medicamentos", indica. En este sentido, pone como ejemplo que los consumidores que usen anticoagulantes no deberían tomar suplementos de Angélica sinensis (Dong Quai); y las mujeres que toman anticonceptivos orales deberían evitar la hierba de San Juan (Hypericum perforatum).
La OCU incide en que la "falta de un marco regulador global" da lugar a que se produzcan alertas sobre seguridad alimentaria en la UE. Es el caso del DNP, una sustancia tóxica vendida ilegalmente como quemagrasas para la pérdida de peso y como suplemento para culturismo. "Su venta ilegal como suplemento alimenticio es posible vía online a pesar de estar totalmente prohibido", asegura.
Por todo ello, exige conseguir un sistema de clasificación armonizado en toda la UE basado en pruebas científicas para establecer una lista de sustancia permitidas y prohibidas; garantizar la seguridad de los consumidores y proporcionarles una información completa; establecer unos límites máximos y mínimos, especialmente para el caso de los niños; crear un sistema eficaz de vigilancia; e impedir que estos productos puedan hacer alegaciones publicitarias sobre efectos que no poseen.
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