Lidl Francia atraviesa por una grave crisis de liderazgo precisamente cuando trata de acometer cambios profundos para impulsar su crecimiento a largo plazo.

El discounter de origen alemán, que aglutina el 8,1% del mercado en Francia, según datos de Kantar Worldpanel, ha firmado un 2024 de más a menos que se ha saldado primero con la degradación de Michel Biero —de presidente a vicepresidente— y después con su destitución.

La compañía designó el pasado mes de agosto a John Paul Scally como sustituto, directivo irlandés con tres años de experiencia como director de Operaciones en Lidl Francia y nueve al frente de Lidl Irlanda, donde ha cosechado buenos resultados.

El reto que tiene por delante es mayúsculo. La compañía ha reducido costes y estrechado sus márgenes hasta el mínimo sostenible con la finalidad de sostener el pulso a sus competidores, pero esta política ya le está pasando factura.

El pasado viernes 7 de febrero, los sindicatos declararon la huelga ilimitada en varios centenares de supermercados Lidl para reivindicar la mejora de los salarios conforme a la inflación, los refuerzos de personal —sobre todo en almacenes— y la marcha atrás en el proyecto de abrir los domingos hasta mediodía.

Por el momento, la huelga se ha zanjado con una reunión en el día de hoy viernes 14 entre la dirección de la empresa y los representantes sindicales, pero el conflicto pone de relieve los límites de la estrategia del discounter.

La reducción de costes y márgenes tiene un límite más allá del cual es contraproducente. Y el problema es aún mayor si tenemos en cuenta que algunos de los principales competidores de Lidl, como E. Leclerc o Coopérative U, crecen a un ritmo similar sin necesidad de tomar medidas tan drásticas. Auchan Retail creció incluso más en el último año, y Carrefour ha dado un salto gracias a la adquisición de Match y Cora.