¿Qué opinan los millennials sobre las latas de conservas?

Un análisis de Lantern revela que, aunque no les entusiasman, las consideran “cómodas y muy socorridas” cuando no apetece cocinar.

Conservas de pescado y marisco / Redacción FRS
Redacción

15 de noviembre 2017 - 12:30

¿Es de modernos comer mejillones en conserva? Esta es un de las cuestiones que ha analizado la consultora Lantern junto a un grupo de millennials que han ofrecido respuestas reveladoras. De hecho, a este colectivo no les entusiasman las conservas, pero aseguran que resultan “cómodas y muy socorridas” cuando no se tiene ganas de cocinar.

Pero pongámonos en situación. La evolución de la producción de conservas y semiconservas de pescado y marisco en España, tras sufrir fuertes descensos en los últimos años, está en la senda de la recuperación, pero todavía un 3% por debajo de los datos de 2011, según Anfaco-Cecopesca. Y es que, pese a ser una categoría con numerosas marcas y variedad de productos, “la innovación brilla por su ausencia”, señala la consultora.

En general, la imagen que tienen los millennials de las conservas refleja un producto cómodo, sí, aunque “poco atractivo y sin diferenciación”. Lo consideran un producto de consumo rápido y ocasional que no puede faltar y es que algunos han heredado de sus padres el hábito de consumo de conservas a la hora del aperitivo y ellos ahora repiten el ritual.

Es precisamente la conveniencia el valor que más asocian, ya que está accesible en el lineal, no requiere frío, su caducidad es larga y es un fondo de armario que les salva de muchos apuros, apunta el análisis de Lantern. En este vídeo te lo cuentan.

En suma, todos coinciden en que es un producto que no falta en la cocina, aunque su utilidad presenta matices. No les gusta la comida precocinada y la mayoría reconoce que no sabe o no le apetece cocinar. Esto se traduce en la necesidad de comer algo rápido, poco elaborado y rico. En conclusión, el uso generalizado está como complemento en ensaladas o pasta. Y este punto se convierte en una “interesante oportunidad para las empresas”, apunta la consultora.

LINEAL “CAÓTICO”

Por lo general, estos jóvenes no asocian pescados o moluscos enlatados con productos excepcionales y tampoco perciben valores similares a través de las marcas o el envase. Además, debido al tipo de consumo que realizan, no consideran que las latas contengan un producto de alta calidad. Por esta razón, no tienen reparo en acudir a marcas blancas, salvo si la ocasión lo merece.

Lantern detecta una “falta de información y cultura” para discernir entre los distintos tipos de latas, al que no ayuda un “lineal caótico y complejo”. Por ejemplo, cuesta diferenciar entre bonito y atún o no importa el tamaño de los mejillones. Ante una variación grande de precio, se entiende que el más caro será mejor, pero no se sabe bien por qué.

Los momentos de consumo de las conservas están relacionados con aperitivos, cenas o reuniones familiares

Asimismo, se observa que los momentos de consumo de la conserva tal cual, sin mayor elaboración que emplatar o añadir un poco de aceite, son siempre sociales: aperitivos, cenas o reuniones familiares. Además, estando en grupo, una lata cara puede dar mayor categoría a una cena informal.

Llama la atención que los millennials, considerados una generación de early adopters en muchos aspectos, no buscan novedades y tampoco se muestran interesados en probar nuevos productos en conserva. Temen encontrar un producto o un sabor que no les va a gustar, aunque reconocen que sí lo harían tras una recomendación favorable de su entorno.

NOVEDADES DESAPERCIBIDAS

Esta apatía se puede deber, según la consultora, a que del lineal “no se espera nada nuevo”. “Cuando hay novedades, pasan desapercibidas o duran poco antes de que la tienda las descatalogue”, apunta. “Aquí encontramos una oportunidad aprovechando su confianza en las recomendaciones y la posibilidad de que prueben nuevos sabores fuera de casa”, añade.

El envase es otro aspecto que provocó comentarios interesantes durante los encuentros. Y es que para los millennials el tamaño sí importa. Para el consumo individual, en ocasiones una lata es demasiado grande y la falta de un sistema de conservación adecuado una vez abierta, provoca que finalmente no se abra o se termine tirando días más tarde.

Eso sí, ya sea en la lata de metal o con la caja de cartón, la estética dominante no convence a los jóvenes. Tienen distintas percepciones sobre qué debe primar en el envase. Si para unos es fundamental poder ver una imagen fiel del producto que van a consumir, otros se decantan por una estética muy trabajada que no muestre la comida.

Esta infografía resume lo que los millennials opinan sobre las conservas.

Infografía que resume lo que los millennials opinan sobre las conservas / Lantern

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

También te puede interesar