La Estrategia Nacional de Alimentación (ENA) tiene la misión de articular un sistema alimentario integral, sostenible y competitivo; arraigado en el territorio, basado en la diversidad y en la producción de alimentos saludables, accesibles y de alta calidad, reconocidos y valorados por los consumidores internacionalmente. Para conseguir esto, el enfoque estratégico no se centra en añadir más regulación o legislación, sino en maximizar las capacidades existentes, optimizar instrumentos y programas, y alinear las políticas públicas para facilitar la transición hacia un modelo alimentario innovador, sostenible y rentable.

La ENA reconoce de manera explícita el papel esencial que desempeña el sector de frutas y hortalizas en el sistema agroalimentario español. Este sector no solo constituye un pilar económico de gran relevancia, sino que también representa un componente fundamental de la identidad gastronómica y cultural del país.

El liderazgo de España en la producción de frutas y hortalizas es incuestionable. Dentro de la Unión Europea, ocupa la primera posición, con el 28% del total, y a nivel mundial se sitúa como el séptimo mayor productor. Esta posición privilegiada se refleja también en su balanza comercial, que en 2023 alcanzó un superávit de 13.406 millones de euros, con un incremento del 3% con respecto al año anterior, según datos de Eurostat.

La ENA reconoce de manera explícita el papel esencial que desempeña el sector de frutas y hortalizas en el sistema agroalimentario español.

Entre los principales productos exportados destacan las hortalizas frescas como espárragos, pimientos, champiñones y aceitunas, así como los frutos rojos, el kiwi y el caqui. También tienen un peso relevante las frutas de hueso y las hortalizas en conserva, que completan el top ten de exportaciones del sector.

La industria agroalimentaria, aunque experimentó una ligera contracción del 6% en el número de empresas transformadoras de frutas y hortalizas en 2023, mantiene un peso económico destacado. Con una facturación superior a los 13.000 millones de euros, ocupa el cuarto lugar en valor de negocio dentro del sector alimentario.

El liderazgo de España en la producción de frutas y hortalizas es incuestionable: dentro de la UE ocupa la primera posición, con el 28% del total, y a nivel mundial se sitúa como el séptimo mayor productor

España ha sabido consolidarse como un referente mundial en alimentación, pesca y gastronomía, gracias a su apuesta por la calidad, la seguridad alimentaria y la innovación. Este liderazgo se ve reforzado por el reconocimiento de 19 Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) e Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) en frutas y 25 en hortalizas, lo que evidencia el alto valor añadido y la diferenciación del sector.

En definitiva, España es una indiscutible potencia hortofrutícola, capaz de combinar tradición, excelencia y competitividad en los mercados internacionales. En este contexto, la ENA propone una serie de desafíos y medidas que buscan fortalecer su competitividad, sostenibilidad y capacidad de adaptación a las nuevas exigencias del mercado y de la sociedad:

✔ Abastecimiento estratégico y competitividad internacional. Uno de los principales desafíos identificados en la ENA es garantizar el abastecimiento estratégico de alimentos. Para ello, se plantean medidas orientadas a asegurar la disponibilidad de productos variados, saludables y de calidad, a precios justos para los productores y accesibles para la población. Asimismo, se promueve la implementación de políticas comerciales que refuercen la competitividad del sector agroalimentario español, mediante la equiparación de requisitos sanitarios en acuerdos internacionales, el acceso a nuevos mercados y el impulso a la internacionalización.

La optimización de la eficiencia en la cadena de valor se presenta como una medida transversal que abarca todos los eslabones del sector hortofrutícola, desde la producción hasta la distribución, con el objetivo de mejorar su rendimiento económico y operativo.

✔ Transición hacia sistemas alimentarios sostenibles. La sostenibilidad constituye otro eje prioritario de la estrategia. Se fomenta la adopción de prácticas ambientalmente responsables, la gestión eficiente de recursos como el agua y los insumos agrarios, y la inversión en tecnologías que promuevan la producción ecológica. La valorización de subproductos y residuos agroalimentarios mediante la bioeconomía se plantea como una vía para incrementar la rentabilidad y reducir el impacto ambiental.

Además, se incentiva la comercialización de productos locales, frescos y de temporada, así como la reducción del desperdicio alimentario, en consonancia con los principios de economía circular y consumo responsable.

✔ Desarrollo rural y cohesión territorial. El sector hortofrutícola desempeña un papel crucial en la dinamización de las áreas rurales, muchas de ellas altamente dependientes de la actividad agrícola. La ENA contempla medidas para garantizar una formación adecuada, promover el relevo generacional y fortalecer el medio rural mediante políticas orientadas a construir un sector eficiente, resiliente y sostenible.

✔ Promoción de una alimentación saludable. Las frutas y hortalizas son elementos centrales de la dieta Mediterránea y Atlántica, reconocidas por sus beneficios para la salud. La estrategia nacional refuerza su promoción a través de medidas que mejoren el acceso a una dieta equilibrada y fomentar la educación alimentaria. En este sentido, el Programa Escolar de Consumo de Frutas, Hortalizas y Leche se erige como una herramienta clave para inculcar hábitos saludables desde la infancia, involucrando activamente a la comunidad educativa y a las familias.

✔ Innovación, tecnología e información al consumidor. La innovación tecnológica se presenta como un factor imprescindible para mejorar la productividad y competitividad del sector. Paralelamente, se promueve una mejora en la información alimentaria al consumidor, mediante un etiquetado más claro y transparente, y acciones educativas que fortalezcan el conocimiento sobre alimentación saludable.

✔ Iniciativas europeas y políticas nacionales complementarias. La ENA también identifica iniciativas prioritarias a nivel europeo, como el fortalecimiento de las organizaciones de productores y la simplificación administrativa para su reconocimiento. A nivel nacional, destaca el Plan de Acción Estatal para la Implementación de la Garantía Infantil Europea (2022–2030), que refuerza el compromiso con la alimentación saludable en la infancia.

Como ejemplo de buenas prácticas, el Proyecto Zitrus representa un modelo de éxito que integra sostenibilidad, innovación y valor añadido, demostrando la capacidad del sector para liderar la transformación hacia un sistema alimentario más justo y resiliente.

Gracias a su apuesta por la calidad, la seguridad alimentaria y la innovación, España ha sabido consolidarse como un referente mundial en alimentación, pesca y gastronomía

En definitiva, el sector hortofrutícola se encuentra en una posición estratégica para contribuir de manera decisiva a los objetivos de la Estrategia Nacional de Alimentación. Su fortalecimiento no solo es necesario para garantizar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del sistema agroalimentario, sino también para preservar la riqueza cultural y gastronómica de España. La ENA ofrece una hoja de ruta clara; corresponde ahora a todos los actores implicados avanzar con determinación hacia su implementación efectiva.

José Miguel Herrero

(*) Este artículo está incluido en el Anuario Frutas y Hortalizas 2026 de FRS Food Retail & Service, una obra exclusiva que ha sido posible gracias al patrocinio de Anecoop, Nufri, Orri, Patatas Meléndez y Zespri, y con el apoyo de otras empresas anunciantes. 

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