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Los jóvenes ya no beben vino francés

La tradicional bebida pierde consumidores frente a cervezas, espirituosos y bebidas sin alcohol.

Jóvenes tomando vino tinto.
Jóvenes tomando vino tinto.

El consumo total de vino, tinto, blanco y rosado, ha descendido más del 80% en Francia desde 1945, según datos de Nielsen, y el declive se está acelerando, ya que los miembros de la Generación Z compran la mitad que los mileniales de más edad. Además, según el Consejo Interprofesional del Vino de Burdeos (CIVB), el consumo de vino tinto en Francia se ha desplomado el 90% desde los años setenta.

Estos datos indican que el sector adolece de "falta de conexión con las generaciones más jóvenes", señala Spiros Malandrakis, analista de bebidas de Euromonitor International y recoge Financial Times.

El cambio en estos hábitos de consumo de los franceses agrava las tendencias globales que perjudican al sector, como que la gente beba menos y ha modificado sus gustos. En concreto, los vinos tintos están pasando de moda entre los jóvenes en favor del rosado, la cerveza, los licores y las opciones sin alcohol. "Si el abuelo bebía 300 litros de vino tinto al año, el padre bebe 180 litros y el hijo, 30 litros", explica Jean-Pierre Durand, miembro de la junta directiva del CIVB.

CAÍDA DE LA DEMANDA EN CHINA

Asimismo, el sector se enfrenta a la fuerte caída de la demanda en China, uno de sus principales mercados de exportación, y al impacto del cambio climático.

Algunos líderes del sector esperan que los productores respondan centrándose en vinos de mayor calidad o ampliando su oferta de tintos a otros productos, como vinos blancos o de bajo contenido alcohólico, aunque esto último requiere invertir en nuevas viñas y equipos.

Durand prevé que en el futuro habrá poca demanda de vinos de gama baja, ya que las generaciones más jóvenes priorizan la calidad sobre la cantidad. Algunos vinos se venden por solo 2,50 euros la botella en Francia. 

En este sentido, este experto considera que el exceso de producción y la presencia de muchos vinos de gama baja han dañado la imagen de Burdeos. Además, el negocio también se ha complicado para algunas bodegas de gama alta a consecuencia del cambio climático.

APEGO A LA TRADICIÓN

Por otra parte, el citado medio de comunicación apunta que algunas bodegas son reacias a innovar, ya sea por el coste o por apego a la tradición. Pasar de la producción de vino tinto a la de vino blanco exige grandes inversiones y no todas las zonas de cultivo son adecuadas para las distintas uvas.

A este respecto, se percibe cómo la mayor parte de los vinicultores se resisten a fabricar productos como mezcladores de vino y vino en lata, que podrían servir para captar nuevos consumidores. Y muchos también han tardado en adoptar el enoturismo y el marketing personalizado, que pueden atraer a los consumidores más jóvenes. 

Las presiones han llevado a la región de Burdeos a empezar a arrancar hasta 9.500 hectáreas de viñedo para frenar la sobreproducción y evitar la propagación de enfermedades a través de viñedos mal cuidados. "No podemos seguir produciendo vinos que no se beben", afirma Durand.

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