Día del Medio Ambiente: cómo alimentar al planeta de forma sostenible
En España, un cambio del modelo de dieta reduciría un 72% la emisión de gases de efecto invernadero, según una investigación.
En 2050, la población mundial habrá crecido más de un 30% y se llegará a los 9.100 millones de personas. Por lo tanto, deberá producirse un 70% más de alimentos, según un informe de la FAO. Ello va a exigir un cambio en el modelo de alimentación y en los procesos de producción de los alimentos, que, actualmente, están muy lejos de ser sostenibles.
Como respuesta a esta necesidad global, especialmente relevante en este miércoles en el que se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, surge el concepto de alimentación sostenible y saludable (ASS). Tal y como apunta Anna Bach, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), estos son los factores que debemos tener en cuenta como consumidores y consumidoras para acercarnos a una alimentación de esas características:
1.- Los alimentos que ingerimos: hay que priorizar los productos de origen vegetal sobre los de origen animal.
2.- Las bebidas que consumimos: el agua sin embotellar es la mejor opción para hidratarse.
3.- La cantidad de alimentos ultraprocesados —que no contienen ingredientes frescos— que comemos, debería ser muy reducida: la dieta ideal está basada en alimentos frescos, locales y de temporada.
4.- La presencia de plásticos en los envases, que hay que evitar siempre que sea posible.
5.- El derroche de alimentos: en los hogares y restaurantes tendría que revisarse la cantidad de alimentos que dejamos en el plato, y la industria debería minimizar los alimentos derrochados a lo largo de la cadena alimentaria.
CAMBIO DE DIETA EN ESPAÑA
"Una dieta mediterránea basada en alimentos de origen vegetal (como frutas, verduras, legumbres, semillas, nueces o grano) y con menos alimentos de origen animal (especialmente carne roja y procesada) tiene un menor impacto ambiental que otros patrones de alimentación", afirma Anna Bach.
Una investigación de esta expertas compara el impacto ambiental de este modelo de dieta con la actual ingesta media de alimentos en España y en Estados Unidos. Las conclusiones muestran que, en nuestro país, la adopción de este modelo alimentario implicaría una reducción del 72% de la emisión de gases de efecto invernadero, una disminución del 58% de la tierra de uso agrícola, una reducción del 52% del consumo de energía y un ahorro del 33% del agua que se consume. En cambio, si la dieta actual en España se asemejara más a la estadounidense, estos indicadores crecerían entre el 12% y el 72%.
Otro análisis que compara la dieta mediterránea, la vegetariana y una dieta occidental basada en alimentos procesados y de origen animal, muestra que la dieta mediterránea es la más saludable pero también la menos económica. Este es un de los factores que, según Anna Bach, aleja a la población de esta dieta, al igual que cambios sociológicos, como la incorporación de las mujeres al mundo laboral, la tendencia a comer fuera de casa, la falta de tiempo o la publicidad.
Sin embargo, los beneficios de adoptarla son incuestionables: "La dieta mediterránea es una de las dietas más saludables del mundo y está probado que está vinculada a una mayor esperanza de vida y que presenta un riesgo más bajo de sufrir enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes, cáncer, Alzheimer o depresión", afirma la profesora Bach.
PRODUCCIÓN "COHERENTE"
Por su parte, F. Xavier Medina, director de la Cátedra Unesco de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la UOC, recuerda que en una alimentación sostenible, "es fundamental que la producción de los alimentos sea culturalmente coherente -que no venga impuesta desde fuera- y que no tenga una repercusión medioambiental considerable".
Para Medina, el reto principal para conseguir una ASS es el consumo de productos de proximidad: "Sobre todo, debemos tener en cuenta que la mayor parte de lo que comemos se ha producido a muchísimos kilómetros de distancia. El transporte hace crecer mucho la huella ambiental de esta alimentación y esto puede resolverse promocionando la producción local".
En este sentido, una fuente de productos de proximidad son las cooperativas agroecológicas, que cada vez tienen más presencia. En Barcelona, han crecido un 58% en la última década, según recoge la tesis doctoral del investigador Ricard Espelt.
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