La industria alimentaria asegura que los descensos de costes terminarán reflejándose en los precios

¿Qué pasará con los precios? Esta es la pregunta que sobrevolaba el salón de actos del palacio de Fomento durante la presentación del Informe económico de la industria de alimentación y bebidas 2022 organizado por Fiab y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).

En realidad, es la pregunta que se hacen muchos ciudadanos.

El índice FAO para precios de alimentos ha descendido en los últimos trece meses consecutivos, pero dicho descenso todavía no ha repercutido en el precio final pagado por los consumidores.

“Nos encontramos en una situación particular que ha tensionado extraordinariamente la cadena alimentaria", ha sostenido Mauricio García de Quevedo, director general de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (Fiab). “Fertilizantes, piensos, aguas, almacenaje, cartón, mano de obra, impuestos, etc., han subido, por lo que nos encontramos ante una inflación de costes. La inflación final es necesaria para la supervivencia de las compañías”.

El valor añadido, según han informado fuentes del Fiab, ha crecido un 14,01% en 2022, pero una vez descontada la inflación el crecimiento es únicamente del 4%.

El IVA baja, los precios suben, ¿hay una explicación?

La reducción del IVA en una gran parte de los productos básicos de alimentación (con excepción de la carne y el pescado) no ha repercutido como se esperaba en los precios finales, lo que ha despertado algunas suspicacias.

Cuestionado sobre esta circunstancia, el director de Fiab ha declarado que, en un proceso en el que el precio de todos los insumos no deja de subir, la bajada del IVA ha absorbido parte de la subida. “Siempre es un efecto neto: se baja el IVA, pero suben los fertilizantes, los plásticos, la energía, etc.”.

La coyuntura inflacionista ha puesto a los grandes distribuidores de la alimentación en el ojo del huracán. Se les acusa de fijar precios e incluso de ‘conspirar’ contra el consumidor para evitar el descenso de precios.

En relación a este asunto, García de Quevedo ha defendido que, en el lado de los distribuidores, todos los que han presentado resultados “han bajado sus márgenes, por lo que no creo que haya habido ‘juego de precios’”.

Además, el cártel resultaría inviable en un contexto competitivo como el alimenticio. “La industria alimentaria es una de las más competitivas que hay”, señaló, apuntando que más de 30.000 empresas compiten por una cuota de mercado en el sector de la alimentación. “Dentro de una categoría de producto hay marcas que compiten entre ellas y con las marcas de distribución, así como diferentes bebidas y alimentos que compiten entre sí.”

García de Quevedo no dudó en asegurar que el descenso terminará reflejándose en los precios. “Siempre hay un decalaje entre la situación que ocurre hoy y su reflejo en el mercado, que es diferido, pero el alto nivel de competitividad de la cadena alimentaria hace que la fluctuación a la baja o a la alta del precio de los insumos se refleje en el producto final.”

Los plazos que tome en reflejarse, sin embargo, dependerán de cada empresa y de cada producto. El proceso inflacionario comenzó a inicios de 2022 con lo que “si elementos como la sequía, huelgas de transportes o el contexto global no inciden excesivamente, los precios irán bajando en un plazo muy razonable”, aventuró el director general de Fiab.

La producción de la industria de alimentación y bebidas, que supone el 33% del PIB del país, creció un 1,5% en 2022, pero es bastante menos que el 4,5% anual al que crecía antes del Covid, lo que refleja la dífil coyuntura vivida.

El tejido empresarial en el sector cuenta con un 96% de pymes y, de hecho, las aspiraciones del director de la Fiab y del Gobierno van en la línea de promover la concentración empresarial para alcanzar economías de escala y ganar poder de negociación en el extranjero.