Cinco claves para afrontar los cambios de la norma del etiquetado
Muchas empresas aún no están preparadas para ello y deberán realizar un profundo cambio en sus sistemas de gestión.
Todas las empresas alimentarias deberán facilitar información nutricional sobre los ingredientes empleados en la elaboración de los alimentos que venden o suministran. Así lo establece el Real Decreto 126/2015, que entró en vigor el pasado 13 de diciembre de 2016. Están exentos de esta normativa los productos no envasados y aquellos sin transformar o curados e incluyen un solo ingrediente.
Pero, ¿están preparadas para ello todas las empresas? Según Mireia Cunnil, Head of Life Sciences en la consultorsa Stratesys, muchas no lo están. De hecho “deberán realizar un profundo cambio en sus sistemas de gestión para adaptarse antes del plazo que establece la normativa”, asegura.
Para arrojar un poco de luz, veamos cuáles son las principales novedades en el etiquetado. En primer lugar, el Real Decreto introduce la obligatoriedad de indicar en el mismo campo visual la información nutricional sobre el valor energético, grasas, grasas saturadas, hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal para la mayoría de los alimentos transformados, unos datos que antes era voluntario incluir.
A esto se añaden las novedades que en 2014 introdujo el Reglamento Europeo, en el que se indica que el etiquetado debe ser claro y legible, para lo que se establece un tamaño mínimo de fuente. Asimismo, desde esta fecha tiene que identificarse el país de origen, la presencia de alérgenos, origen de los aceites y grasas vegetales empleadas o la utilización de nanomateriales artificiales como aditivos.
Con el fin de facilitar la adopción de la normativa europea a los sistemas de gestión de las empresas alimentarias a través de soluciones tecnológicas específicas, Stratesys ha elaborado la Guía del nuevo etiquetado alimentario en la que, entre otros aspectos, apunta cinco cambios estructurales que deben acometerse:
1.- Mayor coordinación entre los diferentes departamentos implicados en el proceso de etiquetado, fundamentalmente entre las áreas de compras, packaging y producción.
2.- Mejora de la comunicación de las empresas con sus proveedores en este ámbito, como es el caso de los proveedores de packaging.
3.- Total automatización de los cálculos de formulaciones, reduciendo la intervención humana y así garantizando una mayor seguridad en los procesos que evite los errores del etiquetado.
4.- Flexibilidad para aplicar posibles cambios regulatorios de forma ágil. La normativa está en plena adaptación y es previsible que surjan modificaciones y adaptaciones de las directrices vigentes.
5.- Actualización permanente de la información disponible sobre etiquetado en la venta online. Este aspecto es de especial interés, pues los consumidores deben tener un total acceso a esta información y que esta, a su vez, no quede nunca obsoleta.
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