Apps escaneadoras de alimentos: ¿son realmente efectivas?
Expertos de la UOC analizan los pros y los contras de estas aplicaciones que ofrecen un análisis de la composición de los alimentos.
Los consumidores cada vez están más concienciados de la necesidad de indagar sobre las características de los alimentos que consume, "pero otra cosa es que estén preparados para entender o interpretar lo que leen". Así lo explica Eva Espona, consultora en nutrición y profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC para quien no se trata solo de entender la tabla de análisis medio de nutrientes, sino también de "saber interpretar dicha información con la que aporta el listado de ingredientes, así como comprender los tecnicismos y las siglas que aparecen".
Con el fin de ayudar en la tarea han proliferado las aplicaciones diseñadas para, previo escaneo del código de barras del producto en cuestión con la cámara del móvil, ofrecer un análisis de su composición. "Hay gran variedad de estas aplicaciones que utilizan criterios distintos. En algunas se ofrece una puntuación solamente en función de la nota nutricional de Nutriscore o del grado de procesado del alimento. Alguna de ellas mezcla diferentes criterios, por ejemplo, en función de la nota nutricional de Nutriscore, si hay presencia o ausencia de aditivos y si el producto tiene o no etiqueta eco", explica Laura Esquius, experta en nutrición y profesora de la UOC.
Según un estudio reciente elaborado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), las tres aplicaciones de este tipo más populares en nuestro país son El CoCo, Yuka y MyRealFood. Todas cuentan con miles de usuarios y su uso se ha popularizado en muy poco tiempo.
"En general se trata de buenas herramientas que pueden ayudar a hacer una compra más conveniente. Otra ventaja importante es que pueden favorecer que la industria alimentaria mejore la composición nutricional de sus productos. Sin embargo, por sí solas, no tienen la misma efectividad si previamente el consumidor no tiene claro cuál tiene que ser el patrón de una alimentación saludable. Además, ninguna es perfecta y, a veces, se presentan algunas incongruencias", aclara Espona.
Según el veredicto emitido por la OCU, la información que proporcionan estas aplicaciones es incompleta, lo que puede dar lugar a valoraciones erróneas. "Por eso es importante conocerlas para escoger la más adecuada a nuestras necesidades o intereses en función del sistema o criterio de clasificación de los alimentos que usan (saber si tienen acreditación científica, sus limitaciones y si miden aquello que nos interesa), y posteriormente, ser capaces de entender los resultados que ofrecen", opina Eva Espona.
Para Laura Esquius, estas aplicaciones favorecen que cada vez más personas se preocupen por sus hábitos alimentarios y, de esta forma, conozcan qué alimentos es mejor consumir. "También facilitan la toma de decisiones nutricionales en el día a día y a la hora de escoger entre dos productos similares", afirma.
Sin embargo, esta experta recuerda que además de la existencia de "diferentes criterios de evaluación" entre las diferentes aplicaciones, "en algunos casos, la información puede estar desactualizada, y también pueden darse valoraciones poco exactas a causa de las diferencias entre la información que proporciona la aplicación y la composición real del producto".
¿MARKETING O PUNTO DE INFLEXIÓN?
La cuestión es si, en la práctica, tanto estas aplicaciones como el resto de las iniciativas desarrolladas en el contexto actual de alimentación sana sirven realmente para modificar los hábitos nutricionales o se trata de una moda puntual o meras estrategias de marketing.
A este respecto, Raquel Herrera, profesora también de la UOC, indica que son ambas cosas. "Muchas de estas iniciativas intentan atraer al usuario preocupado (a veces, en exceso) por comer de forma saludable para, de este modo, retenerlo en la órbita de los productos que comercialicen (cursos, consultoría, colaboraciones con determinadas marcas, etc.)", subraya.
Además, puede que no sean efectivas para todos los consumidores: "Hay que tener en cuenta que sin una organización y políticas sistemáticas (de supermercados, empresas de alimentación, gobiernos y mercados municipales) que favorezcan al consumidor en materia de precios y disponibilidad de producto y horarios, sin descuidar los intereses de los agricultores y otros productores, las aplicaciones y otros productos asociados pueden quedar limitados a grupos con alto poder adquisitivo, que no representan al grueso de la población", señala.
Aunque Herrera reconoce el potencial papel motivador de estas herramientas para adoptar un estilo de alimentación más saludable, afirma que existen varias limitaciones que impiden sacarles todo el partido, "desde la falta de tiempo, de motivación o el exceso de cargas profesionales hasta las dificultades para poder valorar a medio y largo plazo las ventajas de invertir más tiempo y dinero en alimentos frescos y saludables", comenta.
Laura Esquius opina al respecto que lo realmente "importante" sería "realizar una alimentación basada en alimentos locales, con productos de temporada y de proximidad, y estos alimentos, la mayoría de las veces, no llevan código de barras".
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