García Magarzo (Asedas): "Innovar para crecer"

Durante los últimos 25 años, la distribución alimentaria en España ha experimentado una transformación que la ha situado entre las mejores del mundo. Existen en la historia de estos cinco lustros varios hitos o test de resistencia que la han puesto a prueba y de los que ha salido fortalecida tanto desde el punto de vista de su operativa como desde la consideración social de los ciudadanos.

Podemos recordar dos de los retos más recientes e impactantes a los que nos hemos enfrentado. El primero lo encontramos si nos remontamos a la primera década del siglo XXI, al año 2008. Un año de crisis económica, de crisis financiera, de crisis inmobiliaria, de crisis laboral…, pero no de crisis alimentaria.

El segundo, por supuesto, es la crisis sanitaria de 2020, que trajo consigo la paralización de muchísimas actividades económicas, sociales y culturales, y la rotura de las cadenas de suministro de numerosos productos, pero no detuvo la producción y la distribución de alimentación; ésta siguió llegando, desde el primer momento, a las casas de los consumidores a través de sus supermercados más cercanos.

¿Por qué la cadena de distribución alimentaria muestra tal capacidad de resiliencia? ¿Tiene la innovación algo que ver con ello? Para descubrirlo, volvamos al pasado, al principio de la década de los años 90. En ese momento, muchas de las empresas de la distribución alimentaria que configuran el panorama del sector hoy en día eran pequeñas y medianas compañías familiares, que agrupaban tiendas de ultramarinos, con una conexión muy fuerte con el territorio.

La entrada de España en la Unión Europea y el desarrollo económico -acompañado del acceso a fuentes de financiación más económicas y seguras- que trajo consigo facilitó la creación de estructuras financieras y empresariales fuertes sobre las que apalancar un crecimiento sólido.

Las empresas de la distribución alimentaria optaron por diferentes fórmulas para crecer: la compra, la diversificación y la expansión de sus enseñas o las fórmulas de asociacionismo apoyadas en las estructuras de las centrales de compras y de la distribución mayorista. Ésta es la primera de las grandes innovaciones que ha sabido aplicar la distribución de proximidad en España.

Mientras esto sucedía, también el consumidor español cambiaba. La efectiva y masiva incorporación de la mujer al mundo laboral, la consolidación de la vida urbana más allá de los núcleos de las grandes ciudades, el crecimiento del PIB del país… dieron como resultado un consumidor más exigente y necesitado de una alimentación más variada, más diversa y más adaptada a sus necesidades, que están en constante evolución.

VARIEDAD Y CALIDAD DE PRODUCTOS

El contacto y la observación del cliente para comprender sus necesidades hicieron que las empresas de distribución se convirtieran en expertos en detectar tendencias y en modificarlas al mismo ritmo rápido que imponía el mercado. La variedad y calidad de productos -entre los que se incluyen la marca propia y la marca de fabricante- que hoy se pueden ver en las entre 8.000 y 12.000 referencias que ofrece un supermercado nada tienen que con ver que las que se exponían hace un cuarto de siglo en los lineales.

La observación milimétrica y científica de la rotación de los productos -desde la creación del código de barras hasta los modernos sistemas de análisis de datos que se usan en la actualidad- es el mejor termómetro para ofrecer al consumidor, cada día, lo que éste necesita. Ésta es, en mi opinión, la segunda de las grandes innovaciones del supermercado.

Aunque invisible para el cliente, en la cadena de distribución de alimentación nada sería posible sin la logística. El ‘milagro’ de llevar productos frescos del campo a la mesa en menos de 24 horas o de prever los cambios de consumo radicales y rápidos que se producen en Navidad o a la vuelta de las vacaciones de verano, entre otros, solo es posible gracias a una logística altamente compleja y cada vez más automatizada.

Las flotas de transporte y las plataformas que cada mañana -y a veces dos veces al día- distribuyen los productos hacia cada uno de los 24.000 supermercados y autoservicios que se extienden por los centros urbanos de los pueblos y ciudades de España -alcanzando al 97% de la población en sus propios municipios- requiere de un conocimiento muy especializado y de una capacidad de innovación que se ha ido construyendo a lo largo de las décadas. Ésta es, a mi entender, la tercera gran innovación de la distribución alimentaria en España.

EVOLUCIÓN CONSTANTE

Como vemos, la evolución del modelo español de distribución alimentaria ha sido constante. Ha estado basado en la innovación profunda de estructuras, de productos y de procesos que han permitido a las empresas adaptarse en cada momento a las necesidades del consumidor, incluyendo situaciones críticas de nuestra historia reciente.

Saber diferenciar lo estratégico de lo accesorio, saber descubrir lo que realmente aporta valor a la sociedad y saber trabajar conjuntamente con el resto de la cadena, siempre desde el concepto de servicio al consumidor, son algunos de los logros de los que podemos sentirnos orgullosos.

Entramos ahora en un nuevo periodo, que nos conducirá hacia el cumplimiento de objetivos medioambientales, tecnológicos y laborales -algunos de ellos marcados claramente con dos fechas: 2030 y 2050-. Para culminarlos con éxito, la innovación deberá estar presente -y ya lo está- en cada paso que den las empresas, y tendrán que hacerlo desde la competitividad, la fortaleza financiera y estructural, y la colaboración con la totalidad de la cadena y con el sector público.

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