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La OCU, el panel test y una nueva crisis de reputación

El sector reacciona contra las “irregularidades” del estudio.

CRISTINA PÉREZ

29 de octubre 2018 - 17:48

Producción de aceite de oliva
Producción de aceite de oliva / Archivo

El pasado viernes saltaba a los medios de comunicación una nota de prensa de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en la que acusaba de “fraude en el etiquetado” a veinte marcas de aceite de oliva virgen extra (AOVE).

El primer párrafo de la nota, al estilo a la que la OCU nos tiene acostumbrados, golpeaba en estos términos: “los resultados de laboratorio no dejan lugar a dudas, 20 de las 41 marcas analizadas no cumplen los requisitos del Reglamento Europeo que regula la comercialización del aceite y no son Aceite de Oliva Virgen Extra, sino una categoría inferior, Aceite de Oliva Virgen (AOV), más barata”.

Un poco más abajo, aclara que el análisis no conforme ha sido el conocido como “panel test”, es decir, una prueba sensorial a través de un panel de cata acreditado que establece las características de olor y sabor que debe cumplir un aceite para denominarse AOVE. Es decir, sí es una prueba de laboratorio, pero de carácter subjetivo.

QUÉ DICE LA INDUSTRIA

Primitivo Fernández, director de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac), en declaraciones a este medio, ha explicado que la industria ha detectado importantes irregularidades en el estudio, además de calificar como “desproporcionadas” las conclusiones a las que ha llegado la OCU partiendo de los resultados del panel test.

“De los aceites seleccionados en el supermercado en el mes de febrero se recogieron tres muestras: la primera para el primer análisis y las otras dos se almacenaron en el Ministerio de Agricultura por si era necesario hacer contranálisis” (denominados contradictorio y dirimente). “Los resultados de las pruebas físico-químicas de laboratorio fueron todas favorables”, continúa Fernández, “tan solo se dieron discrepancias en la cata, un procedimiento que se emplea para garantizar que el sabor y el aroma del aceite corresponden a un virgen extra”.

Según explica el representante de Anierac, los datos se recogieron en el mes de febrero, el primer panel de cata se celebró entre marzo y abril; el contradictorio en mayo-junio y el dirimente en septiembre-octubre. “Para los resultados físico-químicos el tiempo tiene poca importancia, pero sí que es muy importante en el aroma y el sabor, que pueden variar mucho. Otra cuestión en la que tenemos dudas es en la conservación de las muestras durante todos estos meses, que pueden hacer oscilar de manera importante el resultado”.

PANEL TEST Y OBJETIVIDAD

La objetividad del panel test es una cuestión que lleva sobre la mesa mucho tiempo. La OCU explica que “para determinar si un aceite reúne los requisitos necesarios para ser calificado como virgen extra, la normativa establece que ha de superar una prueba sensorial a través de un panel acreditado y bajo una metodología concreta”.

En la misma línea, Jesús Sutil, gerente del Consejo Regulador de la D.O. Sierra Mágina, explica a este medio que “el método de valoración organoléptica panel test es obligatorio para la clasificación de los aceites de oliva vírgenes entre virgen extra, virgen y lampante, en función de la valoración sensorial. Este método está reglamentado por la Unión Europea, con el aval del Consejo Oleícola Internacional, y los paneles son acreditados por la ENAC, lo cual prueba su fiabilidad, aunque pueda ser susceptible de mejora”.

Y es justo el “susceptible de mejora” lo que divide al sector. Jesús Sutil afirma que “desde el Consejo Regulador de Sierra Mágina consideramos que es la prueba más exigente y necesaria para la diferenciación de los aceites entre las categorías, por encima de otros parámetros químicos. De hecho, en este mismo año, y, ante la petición de algunas organizaciones para su retirada, una amplia representación del sector productor del aceite de oliva defendimos su aplicación y continuidad”.

Por su parte, Primitivo Fernández asegura que “la industria europea considera que no aporta un resultado fiable. Llevamos años quejándonos de la falta de rigor científico de esta prueba”. Y por ello, para Fernández, que la calificación de “fraude” por parte de la OCU se base únicamente en esta prueba resulta “desequilibrado”.

CRISIS DE REPUTACIÓN

Fuentes del sector lamentan la crisis de reputación que este informe genera en todo el sector: “más allá de las sanciones, que si verdaderamente estos aceites no cumplen los requisitos tendrán que asumir, el problema es la crisis reputacional que trae consigo. El consumidor no entiende demasiado bien las diferencias entre categorías y muy probablemente no recuerde las marcas que aparecen en el estudio. Lo que sí ocurrirá en muchos casos es que se sentirá estafado y dejará de confiar en el producto”, aseguran.

Primitivo Fernández pone el acento lo fuertemente controlado que está el sector: “tenemos al menos tres mil controles oficiales al año”, destaca. “En tres años, solo hemos recibido un expediente por cada 100 millones de litros comercializados. Curiosamente, más del 90% de estos expedientes corresponden a discrepancias con el panel de cata”.

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