Lo excepcional va a ser lo normal
José Miguel Flavián - Consultor experto en UK. Las empresas han de aprender del Brexit, de los episodios de falta de suministro de productos del campo y de otras disrupciones imprevistas, como la que ha supuesto la pandemia del coronavirus.
Los británicos tienen gustos y formas de comportarse particulares. Seguramente, vivir en una isla confiere un carácter especial. Pero hemos visto con un poco de decepción cómo sus comportamientos ante la crisis del Covid-19 difieren poco de los del resto de europeos: lo primero que se llevaron de los supermercados cuando empezaron a sentir que podría ser un problema serio fue el papel higiénico, como si el virus diera diarreas. Después desaparecieron los paquetes de pasta y las latas de tomate (es mucho menos arriesgado cocinar pasta que arroz) y de repente se extendió el pánico (o la euforia compradora injustificada) y nos encontramos con tiendas vaciadas día tras día.
No es la primera vez que nos enfrentamos a una situación así. De hecho, en los últimos años ha pasado cuatro veces, con distinto grado de preparación y aviso, y, por lo que parece, nos vamos a tener que acostumbrar a afrontar disrupciones que van a alterar el día a día de nuestros negocios, por más que tengamos la suerte en el mundo alimentario de ser necesarios para alimentar a la población y por eso algo de negocio tenemos asegurado (salvo los bares y restauración, claro). La climatología nos ha jugado malas pasadas un par de veces y nos hemos infligido un par más nosotros mismos.
El invierno de 2017 fue particularmente duro en el sur de España, con heladas e inundaciones que diezmaron la producción agrícola. Al no poderse atender la demanda europea, países como Reino Unido se quedaron sin hortalizas, que en esa época del año importa la mitad de las que consume, muchas de ellas españolas e italianas, otro país afectado por el frío. Las cadenas tuvieron incluso que importar lechugas de Estados Unidos por avión para poder tener algo en sus lineales.
El Reino Unido es normalmente autosuficiente en patatas, cebollas y zanahorias, que se cultivan en amplias zonas del centro de Inglaterra. Sin embargo llevamos un par de años que no sucede así, y hay que importar una cantidad significativa. En ocasiones se ha debido al excesivo calor y la falta de lluvia durante el tiempo de cosecha; otras, al exceso de lluvia cuando el producto estaba listo para cosechar. Sea como fuere, llevamos unos años sin cumplir con lo de ser autosuficientes en estos ingredientes sagrados de los platos tradicionales británicos.
Estos dos miniepisodios son menos que un aviso comparados con el Brexit. En 2019 tuvimos que vivir con la amenaza de dos salidas abruptas de la unión, con el consecuente restablecimiento de las fronteras, inspecciones, tarifas y quién sabe qué más problemas a la hora de importar y expor- tar productos. Las empresas de la cadena alimentaria se prepararon lo mejor que supieron. Entre otras medidas, acumularon productos esenciales en el país para evitar las disrupciones en los puestos fronterizos que se esperaban las primeras semanas.
LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
Afortunadamente se salvaron ambas fechas, pero 2020 nos ha traído la disrupción del Covid-19, de la que no nos hemos librado. Es admirable cómo el sector está haciendo frente al reto, unido bajo el lema “Feed the nation” y soflamas churchilianas prece- didas de hashtags para poner en las redes sociales, sobre todo si pensamos en que el foco de las cadenas de supermercados desde la guerra de precios contra el discount ha sido el de ahorrar costes, recortar cualquier actividad sospechosa de no ser esencial para mantener viva la empresa aligerando estructura.
¿Qué cambios vamos a ver a partir de ahora? Un paso importante es que las empresas interioricen los aprendizajes del Brexit y de los otros episodios y sean más robustas para poder hacer frente a estas disrupciones imprevistas. En seguridad alimentaria han tenido que implantar medidas contra los sabotajes y el fraude alimentario, analizando debilidades y preparándose ante peligros desconocidos, y ahora habrá que considerar más pandemias y más episodios climáticos desfavorables. Ya hemos visto algunas medidas, como aumentar el stock de productos esenciales de vida larga, crear espacios más versátiles que sirvan lo mismo para almacenar que para preparar pedidos online, cultivar a las pequeñas empresas del país para que puedan hacer negocios con las grandes cadenas y reforzar así la soberanía alimentaria del país, educar a los consumidores en la importancia de los productos locales y de temporada y qué hacer con ellos, etc. En el fondo, nos hace falta tener un sistema inmunitario más robusto para poder afrontar este virus.
José Miguel Flavián - Consultor experto en UK
(*) Este artículo pertenece al Suplemento Post-Covid del Anuario de la Innovación de Food Retail & Shoppers. Descárgalo GRATIS aquí.
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