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El consumidor premia la calidad por encima de la cercanía al comprar alimentación

Más compra online y menos desperdicio de alimentos, otros de los hábitos de consumo que más ha modificado la pandemia de la Covid-19.

Food Retail & Shoppers

26 de noviembre 2020 - 12:30

Una consumidora comprando en el supermercado
Una consumidora comprando en el supermercado / Archivo

El consumidor se ha mostrado este 2020, año marcado por la crisis sanitaria del coronavirus, más exigente a la hora de elegir su establecimiento de confianza para comprar alimentos, primando la calidad por encima de la cercanía por primera vez desde que se realiza la encuesta sobre hábitos de consumo 2020 de la Mesa de Participación Asociaciones de Consumidores (MPAC) que se ha dado a conocer este jueves.

Un cambio de hábitos a la hora de hacer la compra marcado, aparentemente, por la pandemia del coronavirus, que ha hecho que calidad se equipare a seguridad. Le siguen en el orden de prioridades del consumidor factores como la cercanía y el precio.

El informe también destaca el incremento de más de tres puntos en la compra online, impulsada por el periodo de confinamiento durante el cual un 8,3% indicaba su uso. Por otro lado, el estudio señala que un 12% más de encuestados asegura aprovechar más la comida y, en la misma medida, se reduce la proporción de consumidores que busca las ofertas. Tan solo el14% ha rebajado su gasto en alimentación, dos puntos menos que el año pasado, y el 19% (un 2% más que en 2019) diversifica más su compra por motivos económicos.

MÁS CONSUMO EN EL HOGAR E INTERÉS POR LA ETIQUETA

En sintonía con la tendencia observada desde la irrupción de la pandemia, se eleva en seis puntos el porcentaje de encuestados que asegura no comer o cenar fuera de casa ni una vez a la semana, pasando del 35% al 41%. Según la encuesta, 2020 es el año, de los últimos cuatro, en que menos familias indican comer o cenar fuera del hogar.

El 93% de los encuestados piensa que el desperdicio de alimentos es un problema importante y más de la mitad opina que la responsabilidad es compartida por toda la sociedad.

Por otro lado, disminuye un año más el interés por la etiqueta como fuente de información. Algo más de la mitad de los encuestados se sienten desinformados en materia de alimentación y gran consumo a pesar de que las fuentes de consulta se diversifican. La principal (53%, mientras en 2017 era del 71%) sigue siendo la etiqueta del producto, e Internet crece como segunda vía (20%). En este apartado existen grandes diferencias con respecto a los años anteriores. Disminuye por debajo de niveles de 2016 el porcentaje de

consumidores que buscan información en las etiquetas y crece de nuevo, considerablemente, el de los que ‘No buscan información’ (13%). Del contenido de la etiqueta, crece sobre todo el interés por el lugar de origen del producto, pero se reduce el porcentaje de encuestados que tiene en cuenta la fecha de

caducidad. En la misma línea, y aunque aumentan los que aseguran conocer la diferencia entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente (78% vs 72% en 2019), aumentan los que confiesan consumir productos pasada su fecha de caducidad (60%).

PERCEPCIÓN CONFUSA DE HÁBITOS SALUDABLES

El consumidor medio en España otorga una importancia fundamental a la alimentación, tanto de manera aislada como en sinergia con otras cuestiones. Más del 90% de los encuestados es consciente de la importancia del binomio alimentación y salud. Sin embargo, casi el 21% de la población no está seguro de si sus hábitos son saludables o no. La proporción de los que lo saben, además, no deja de menguar año tras año: del 75% de 2017 al 68% de 2018 y 2019 y al 67% en 2020.

Se aprecia asimismo un leve cambio en los hábitos alimentarios. Aumenta la frecuencia de consumo tanto de verduras como de frutas y legumbres respecto al año pasado. Asimismo, en esta reciente toma del pulso del perfil del consumidor, se consolida la preferencia de los consumidores por los productos frescos, pero mientras la carne y pescado fresco mantienen su porcentaje respecto a años anteriores, el pescado congelado aumenta casi 1 punto, en la misma medida en que desciende el consumo de pescado en conserva.

Asimismo, crece la desconfianza sobre las alegaciones nutricionales de los alimentos. Aunque la valoración de los alimentos que contienen alegaciones nutricionales (bajo en sal, light, sin azúcares, etc.) es positiva, el porcentaje baja del 67% en 2019 al 52% en 2020. Un 23% los rechaza por falta de credibilidad de los mensajes que los publicitan, dos puntos más que el año pasado.

Por otra parte, el 25% de los consumidores elige productos libres de alérgenos por cuestiones de salud o por considerarlos más sanos. El factor precio gana peso en la decisión de compra y aumenta en 1 punto (del 5% al 6%). Un dato llamativo es que, si bien solo el 12% de los encuestados adquiere estos productos porque padecen alergias, otro 13% los compra creyendo que son más sanos a pesar de no tener ningún tipo de alergia ni intolerancia alimentaria.

RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS ALIMENTARIAS

El 59% de la muestra valora positivamente la RSE y ética de las empresas. Por segundo año, la Encuesta de la MPAC ha abordado de manera concreta el tema de la Responsabilidad Social Empresarial y Ética de las empresas. Los resultados arrojan el 7% más de encuestados que, a la hora de comprar un alimento, valora positivamente este factor (59% frente al 52% de 2019). En sentido contrario, el 19% de las personas encuestadas no lo valora y un 22% no sabe o no contesta.

En esta línea, la Encuesta de la MPAC pone de manifiesto que continúa en aumento la preocupación de los consumidores por el desperdicio de alimentos. El 93% de los encuestados piensa que es un problema importante y más de la mitad opina que la responsabilidad es compartida por toda la sociedad y todos los agentes de la cadena. Además, crece hasta el 31% el porcentaje que considera que la mayor parte de culpa la tiene el propio consumidor. Una corresponsabilidad que ha ido en claro aumento ya que, en 2016, ese porcentaje era del 15%.

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