Ni 84, ni 841, ni 843..., el código de barras no sirve para saber qué productos son españoles
"Este número no tiene ninguna relación con el país de origen del producto. ¡Sin excepciones!", advierten desde Aecoc. Sin embargo, circulan por la red videos y mensajes de consumidores que animan a comprar solo producto ‘made in Spain’ sirviéndose del número del código de barras como elemento identificador. Es falso.
La posible identificación de los productos españoles -y los que no lo son- a través del código de barras es un mito falso y persistente que lleva circulando desde hace muchos años y que ha llegado a instalarse en el imaginario colectivo de muchos consumidores. Es rotundamente falso.
"Da igual si un código de barras comienza por 841, 843 o 847… Este número no tiene ninguna relación con el país de origen del producto. ¡Sin excepciones!". Así de categóricos se manifiestan desde Aecoc, la entidad certificada en España que genera el código de barras según los estándares internacionales de GS1 para poder comercializar productos en España y en todo el mundo.
Lo primero que cabe destacar es que el código de barras es un sistema de identificación, hoy universal, y un elemento clave para el comercio y la industria moderna, cuya presencia debe entenderse como sinónimo de calidad para los consumidores y que, además, brinda una mayor facilidad de control y orden porque permite reconocer rápidamente un artículo de forma única y global dentro de un punto de la cadena de suministro.
El código 84 no identifica los productos españoles
Ahora bien, el famoso código 84 -resultante de unir los dos primeros dígitos- lo que viene a identificar es el país de origen de dicho código, lo que no quiere decir que el producto sea español, ni que esté hecho en España, ni siquiera que esté comercializado por una empresa española. Es decir, que al adquirir un artículo que en su código de barras incluye el código 84 "podríamos estar comprando un producto de una empresa que esté al otro lado del mundo y que simplemente haya solicitado la asignación de su código de barras a través de una empresa española", señalan los expertos consultados.
En realidad, adivinar la procedencia real de un producto no es sencillo porque en ningún sitio se especifica la necesidad de etiquetar la procedencia del producto, ni tampoco de sus materias primas. "La única manera de acercarse a saber el origen de un producto es en la propia etiqueta o investigando en la web de la empresa", subrayan desde Aecoc.
Videos ‘fake’ de consumidores
En un contexto marcado por los ataques de agricultores franceses contra los productos españoles y las propias reivindicaciones del campo español, está surgiendo, de forma espontánea, entre los propios consumidores, alguna corriente de opinión a favor del consumo de productos locales en los supermercados. El problema es que la invitación a realizar este "consumo selectivo" se hace por la vía incorrecta de "cribar" los productos ‘made in Spain’ atendiendo únicamente a su código de barras.
"Todo producto que no lleve en su código de barras el 841 no es de España, así que no se compra". Este es, en resumen, el modus operandi que se difunde en el video de Youtube ‘Antes miraba los precios y ahora miro los códigos de barras, que sea 841 (de España)’, en el que un consumidor anima a dejar fuera de la cesta de la compra todo aquel producto que no sea español, sirviéndose del código de barras como único factor diferenciador.
“La gente no mira; yo era el primero que no miraba... Lo que sí miraba antes eran los precios, y ahora lo que miro son los códigos de barras”, afirma el protagonista de este video, en el que nos muestra cómo realiza su compra habitual en el supermercado: “Yo ya lo hago por inercia... Voy a comprar arroz, por ejemplo, y miro el código de barras; ¿es el 843?, no lo quiero; ¿es el 841?, entonces es de España y, a continuación, miro precios. Y así con todos los productos, voy mirando todo”, explica.
Hace unos días, conocíamos a través de los medios cómo las protestas de los agricultores galos llegaban también a los supermercados y cómo algunos de ellos, tras comprobar el etiquetado, retiraban productos extranjeros de alguno de los establecimientos al sur de Francia, en supuesto apoyo al producto nacional.
Salvando por supuesto las distancias necesarias, pero en línea con ese sentimiento de preferencia por lo "propio", cabe preguntarse: ¿estaremos, en el caso del consumidor español, ante un tipo de conducta efímera en el supermercado, una simple ola que se deshará a medida que la tormenta de fondo amaine, o será una corriente que ha venido para quedarse y modificar nuestros gustos y preferencias frente a los lineales?
Más allá de la libre elección de cada consumidor para adquirir los productos que estime oportunos en su lista diaria de consumo, lo preocupante -y lesivo para todos, fabricantes, retailers y usuarios- es que su decisión de compra esté basada en falsos mitos, puntos de partida incorrectos o directamente desinformación, como sucede en los casos que estamos viendo proliferar últimamente a través de internet y redes sociales.
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