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Érase un tapón a una botella pegado: ¿sabes el porqué?

Desde el pasado 3 de julio, es obligatorio por ley que los tapones vayan adheridos -y no sueltos- a sus respectivos envases. Conoce las verdaderas razones que hay detrás del cambio.

Maite M. Vendrell

05 de agosto 2024 - 08:40

tapon pegadoweb
Nuevo formato de tapón unido al envase.

Cuando al desechar un envase de bebida de plástico o un brik quitamos el tapón, ese elemento tiene tres posibles escenarios como destino: ir al medio natural, convirtiéndose en un contaminante; ir a la basura o contenedor de reciclaje, perdiéndose en la fase de clasificación de los residuos de envases plásticos y acabando en un vertedero; o ser donado a una ONG para que lo venda a un reciclador y con ese dinero financiar acciones solidarias (lo que habitualmente se ha denominado "tapones solidarios"). Un planteamiento este último que durante bastante tiempo ha contado con el apoyo popular pero cuya transparencia "no ha sido la que debería ser en algunos casos", provocando "una desconfianza cada vez mayor en el sistema y una recogida cada vez menor".

Así lo explica José Vicente López (The Conversation), investigador en el Departamento de Ingeniería y Gestión Forestal y Ambiental (UPM), quien añade que un tapón de plástico puede ser fabricado de polímeros como polietileno tereftalato (PET), polietileno de alta densidad (PEAD) y polipropileno (PP), "todos ellos materiales valiosos y reciclables, por lo que su pérdida es una merma importante de recursos".

Y tanto que "se pierden": según este experto, "aproximadamente el 74% de los residuos que nos encontramos en las playas lo constituyen elementos plásticos, en gran proporción los ‘dichosos’ tapones de plástico. Pero no solo en las playas, también en cunetas de carreteras, parques y jardines, en el medio natural". No en vano, en el mundo se consume alrededor de un millón de botellas de bebidas de plástico por minuto, con sus respectivos tapones, cifra a la que hay que añadir el resto de los envases, como los briks, que también llevan tales elementos de cierre.

El fundador y presidente de Recircula, Eusebio Martínez de la Casa, añade más datos de interés para ayudar a contextualizar las razones que han obligado a que, por ley, los envases lleven adheridos este tipo de elementos tras su apertura, en lugar de estar desprendidos como hasta ahora: "El 6% de los tapones terminan en el mar y, según la estadística del Ministerio de Transición Ecológica, España genera alrededor de 1,6 millones de toneladas de residuos a base de plástico, siendo tapones un 6% de esos objetos". Pero es que, si encendemos las luces de largo alcance, a todo ello cabría sumar que las botellas y sus tapones de plástico duro tardan en descomponerse en torno a 500 años: "Un tapón del año en que nació Cervantes todavía hoy no habría desaparecido", apunta Martínez De la Casa.

Hay tapones muy logrados, pero hay muchos otros que son una dificultad objetiva para consumir la bebida. Opino que esta mala praxis industrial no está ayudando a la buena acogida del tapón adherido a la botella" (Eusebio Martínez de la Casa, presidente de Recircula)

REDUCIR LOS RESIDUOS PLÁSTICOS

Esta es la razón por la que la Unión Europea aprobó la Directiva 2019/904, de 5 de junio de 2019, relativa a la reducción del impacto de determinados productos de plástico en el medio ambiente, que forma parte de la estrategia europea de plásticos de un solo uso y que España se ha limitado a transponer a través de la Ley 7/2022.

Con el objetivo reducir la cantidad de residuos plásticos en el medio ambiente, se establece que, a partir del 3 de julio de 2024, los productos de un solo uso fabricados con este material y que tengan tapas y tapones "solo puedan introducirse en el mercado si las tapas y los tapones permanecen unidos al recipiente durante la fase de utilización prevista de dicho producto".

Desde el 3 de julio, este sistema de apertura de botellas está fuera de normativa.
Desde el 3 de julio, este sistema de apertura de botellas está fuera de normativa.

Se refiere en concreto a productos de plástico de un solo uso sujetos a requisitos de ecodiseño, como recipientes para bebidas de hasta tres litros de capacidad; recipientes utilizados para contener líquidos, como las botellas para bebidas; y los envases compuestos para bebidas, tratando así de evitar que los tapones acaben en el medio ambiente y que se reciclen junto a sus botellas.

Más allá de los evidentes beneficios que puedan derivarse de la medida desde el punto de vista medioambiental, esta obligatoriedad en el plano industrial "puede ser especialmente agradecida por las empresas", en opinión del presidente de Recircula, "ya que si de todos modos tienen que cambiar sus tapones o tapas, lo van a hacer de tal forma que van a ayudar a reducir considerablemente el consumo y el uso de plástico, lo que va a beneficiar tanto a la empresa como al medio ambiente".

BOTELLAS Y TAPONES AHORA MÁS CORTOS

Esto se debe a que las botellas, a partir de la nueva regulación, y con el cambio obligado que tienen que hacer para que los tapones se puedan adaptar a estas, "se verán reducidas". Como argumenta Martínez de la Casa, "serán dos milímetros más cortas y con un gramo menos que la versión anterior. El tapón, de igual forma que las botellas, serán más cortos, reduciendo un peso de 0,4 gramos por tapón, lo que conlleva que el plástico empleado para la elaboración tanto de los tapones como de las botellas es mucho menor”.

En este sentido cabe recordar que, tras llevar a cabo un proyecto piloto en 2022, Coca Cola Europacific Partners ya afirmó que "los nuevos tapones suponen un aligeramiento de las botellas que nos hará ahorrar cerca de 3.500 toneladas de plástico al año".

Y es que, aunque el obligado cumplimiento es desde este mes de julio, "no fueron pocos ni poco conocidos los fabricantes que se adelantaron a la norma, con el fin de buscar la solución técnica más cómoda para el consumo de sus bebidas. Alguna marca de leche fue objeto de duras críticas”, explica Martínez de la Casa.

Pese a estos esfuerzos por parte de muchas marcas, y a que el asunto se ha tratado informativamente en los medios de comunicación, “una campaña institucional, explicando a la ciudadanía las ventajas ambientales de este formato, hubiera sido muy conveniente", según el presidente de Recircula.

Sin conocer bien las razones que hay detrás de este cambio, "la población en general ha encontrado la medida, en un principio, poco lógica por la incomodidad de manejar una botella con un tapón que no se desenrosca del todo. Muchos llegan incluso a arrancar el tapón desde el primer momento de apertura del envase, perdiéndose la eficacia del diseño del sistema”, según el investigador de la UPM José Vicente López.

Sobre todo en redes sociales, los consumidores coinciden en las desventajas del nuevo diseño de algunos cierres –que han ido variando con los meses– para beber de los briks o botellas. Se quejan principalmente de que el tapón les golpea en la cara al beber y dificulta el vertido de las bebidas y, de hecho, pueden verse vídeos con trucos para beber más cómodamente o para evitar que el líquido choque con el tapón cuando queremos echar la bebida en un vaso. La mayor dificultad del cierre en tapones a rosca y una peor estanqueidad son otras de las "pegas" más habituales.

EL ACIERTO/DESACIERTO INDUSTRIAL, CLAVE

Por su parte, el presidente de Recircula incide en que no es una cuestión menor el acierto industrial a la hora de implantar la medida: "He seguido el tema desde que estaba en fase legislativa en la Unión Europea, por lo que he probado muchas marcas diferentes, de diversas categorías de bebidas. Hay tapones muy logrados, pero hay muchos otros que son una dificultad objetiva para consumir la bebida. Opino que esta mala praxis industrial no está ayudando a la buena acogida del tapón adherido a la botella".

En este sentido, el investigador de la UPM también hace referencia a que "hacer diseños más complejos e imaginativos puede resultar más caro para las empresas", de forma que "el coste de producción podría ser mayor para las empresas más pequeñas e influir en el producto final y su precio y dejarlas fuera del mercado frente a las grandes compañías, que generalmente se benefician de las economías de escala y pueden fabricar tapones y cierres de manera más eficiente y barata".

Los consumidores ya tuvieron que enfrentarse a la desaparición de la anilla desprendible con las latas de bebida. Parte de la población se quejó y, tras más de tres décadas de implantación en España, se ha demostrado como una solución cómoda y más respetuosa ambientalmente” (Eusebio Martínez de la Casa, presidente de Recircula)

Todo parece indicar que, al margen de posibles mejoras que de hecho están ya llevándose a cabo, nos tendremos que ir acostumbrando a manejar de manera adecuada la variada tipología de tapones existente -a rosca, sin rosca, a presión…-. "Como siempre pasa en la sociedad cuando se impone un sistema innovador como el que estamos describiendo, el rechazo inicial es evidente. Al cabo del tiempo se acaba asimilando sin problema alguno", afirma José Vicente López.

De una forma muy clarificadora, el presidente de Recircula recuerda que nos encontramos con este tema en una situación similar a la que, cuando en los años ochenta, se cambió la apertura de las latas de bebida: "Los consumidores ya tuvieron que enfrentarse a la desaparición de la anilla desprendible, que ahora se queda fija, y parte de la población se quejó de la dificultad para beber con el cierre adherido. Tras más de tres décadas de implantación en España, se ha demostrado como una solución cómoda y más respetuosa ambientalmente que las cortantes anillas desprendibles. Hay marcas que nos dicen que sirve incluso para introducir la cañita en la lata con más comodidad, y no se ha constatado que los consumidores echen de menos los formatos anteriores", concluye Martínez de la Casa.

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