Las nuevas tendencias de alimentación se hacen hueco en Navidad

La cesta de la compra de Navidad será más saludable este año. Según datos de Asedas (Asociación de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados), se registrará un incremento en la demanda de productos que respondan a las tendencias de alimentos bajos en grasas y azúcares, con mayor presencia de productos obtenidos de la agricultura ecológica y de alimentos aptos para intolerancias alimentarias.

Esta nueva composición de la cesta vendrá a través de dos vías: productos navideños reinventados para responder a esta demanda y nuevos productos llegados del mercado internacional, como el sushi.

No obstante, los productos clásicos no van a desaparecer, sino que convivirán con estos nuevos artículos. Algunos de los alimentos más importantes que se adquirirán en Navidad son la charcutería (jamón curado, quesos y paté como productos estrella); carnicería (cordero y piezas nobles de ternera), pescadería (especialmente marisco), bebidas (vino y cava) y los dulces navideños. De hecho, la demanda de estas categorías llega a duplicarse y, en algunos casos, triplicarse durante el mes de diciembre.

Reto logístico

Para los supermercados, estas nuevas tendencias de consumo significan un nuevo reto: dar respuesta a los perfiles concretos de consumidores que necesitan, bien una alimentación especial (intolerantes a ciertos alimentos) o que responden a nuevos hábitos de consumo (como comida preparada, biológica...). Desde Asedas explican que “esto también requiere de un control del surtido muy exacto y basado no tanto en la cantidad como en el conocimiento de la demanda del consumidor en cada tienda concreta”.

Ignacio García Magarzo, director general de Asedas, apunta que “la Navidad supone un gran reto logístico para los supermercados, que les obliga a mantener el control de los pedidos a tienda de manera que puedan responder a las necesidades de cada grupo concreto de consumidores, adaptándose día a día a sus hábitos de consumo. Todo ello, en un tiempo récord y sin perder de vista la garantía de calidad que supone lograr que los productos frescos lleguen del campo a la mesa en 21 horas”.