El doble filo de la tecnología: las cajas automáticas, víctimas de la picaresca
Un joven francés se llevó de un súper una PlayStation por el precio de unas naranjas engañando a las cajas automáticas del establecimiento. Compañías como Mercadona se han puesto manos a la obra para evitar que algún cliente 'avispado' se lleve más productos de los que declara su ticket de compra.
La noticia ha ocurrido en Francia y se ha extendido como la pólvora en las redes sociales, eso que ahora llamamos 'viralizar' un contenido. Y la verdad es que tiene todos los ingredientes: un joven se lleva una consola PlayStation 4 por el precio de unas pocas naranjas después de engañar a la caja automática del supermercado.
Ha ocurrido en Francia, en uno de los súper de la cadena Montbéliard, donde un muchacho llamado Adel, de 19 años, tuvo la ocurrencia de envolver en una bolsa de plástico la consola -cuyo precio supera los 350 euros- y pesarla en una de las básculas automáticas del supermercado haciéndola pasar por un puñado de naranjas. Después, pagó el producto en las cajas automáticas, donde no hay cajeros físicos que supervisen la compra, y se fue con su flamante 'Play' por el módico precio de poco más de 9 euros.
Un plan casi perfecto, sin fisuras, si no llega a ser porque el joven salió tan contento con su compra que al día siguiente quiso repetirla pero en esta ocasión fue pillado por la policía con las manos en la... consola. Se ha pasado 4 meses en un correccional donde le han enseñado que nadie da duros a cuatro pesetas.
Más allá de la noticia, del hurto en sí, ha quedado al descubierto un fallo de seguridad en los mecanismos de vigilancia de los puntos de venta donde se está prescindiendo del 'trabajador' para dar paso a la 'máquina'. Parece evidente que un empleado físico -un cajero- habría detectado que en el interior de la bolsa había algo que no eran naranjas. El sistema tecnológico, sin embargo, se limitó a escanear, pesar y cobrar el producto.
Es evidente -más allá de opiniones neoluditas- que la tecnología facilita la vida al consumidor y aporta beneficios al retailer. Todo el mundo gana con desarrollos como el de Amazon Go, el problema está en saber dar un buen uso a estos avances.
Afortunadamente, hay cosas que de momento solo podemos hacer los humanos, y esto hace que un buen número de trabajadores respiren más tranquilos. Una de ellas es detectar la 'picaresca' de algunos clientes, ya que -hasta donde conocemos- los robots no lo tienen fácil para detectar o expresar sentimientos.
Algunos retailers, además, parece que aprecian estas cualidades de sus trabajadores humanos hasta el punto de dar marcha atrás en determinados avances el el campo del 'autoservicio'. Un ejemplo claro es Mercadona. La cadena valenciana decidió hace tiempo que el cliente dejara de pesar por sí mismo la fruta y que esta labor la realizaran sus empleados. La compañía alegó motivos de agilidad, pero a nadie se le escapa que muchos consumidores no dudaban a la hora de 'engañar' a la báscula. La compañía que preside Juan Roig se dio cuenta de que le estaban dando 'banana por plátano' y decidió tomar cartas en el asunto.
Seguro que en la cadena francesa también se están planteando eso de volver a dejar que los humanos se encarguen de supervisar según qué cosas. Siempre habría que analizar cuál es el coste de contratar personal para llevar a cabo estas tareas, pero a priori no parece muy rentable que te 'distraigan' de tu negocio unas cuantas PlayStation o miles, si no toneladas, de productos frescos.
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