El consumidor 'contaminado' ante la crisis en Cataluña
Muchos usan el argumento de que tienen "el derecho a decidir" qué producto comprar o no y afirman que "si es catalán, no se compra".
La crisis en Cataluña derivada del desafío independentista suma cada día nuevos capítulos. Según la jornada, las empresas miran el futuro con más tranquilidad o suman nuevos temores a la ya de por sí difícil situación que se está viviendo desde el mes de octubre. La sombra de los boicots permanece, igual que las dudas de las empresas de trasladar su sede o no de Cataluña. Mientras, para este miércoles se espera una nueva huelga general en la Comunidad Autónoma. Y el sector del gran consumo sigue atento... y temblando.
Una de las realidades actuales del sector alimentario respecto al conflicto catalán es que se han pervertido los argumentos de venta. Muchos consumidores, lo queramos o no, ya no solo miran el precio, la cantidad o la promoción de los productos, también se mira con más lupa la procedencia de los mismos y si es catalana, desgraciadamente, hace que algunos compradores prescindan de los mismos.
El sector del gran consumo se ha apresurado en afirmar que ahora mismo no se siente ningún boicot contra productos catalanes. El asunto pasó de puntillas en el último Congreso de Aecoc y, a nivel público, parece que no tuvo la relevancia y peso que debería tener. Excesiva prudencia, quizá. Falta de contundencia. "Por ahora no se nota nada. En otros momentos sí ha habido sensación de boicot que no hay ahora", decía Javier Campo, presidente de Aecoc, en sus intervenciones. Sin embargo, en los pasillos, empresarios del sector decían a FoodRetail que efectivamente el boicot existe, aunque de momento es difícil cuantificar su relevancia.
Preguntando a las empresas, todas evitan el tema. Al menos públicamente. Parece que hay consenso en ese sentido, intentando tapar el tema. ¿Se minusvalora? Un ejemplo de esa doble postura interna y externa lo encontramos en Codorníu. María del Mar Raventós, su presidenta, reconoció a principios de octubre que su firma estaba notando el boicot. "Sí se nota... y lo seguiremos notando", decía en los pasillos durante el XX Congreso Anual del Instituto de Empresa Familiar (IEF), tal y como recogía El Confidencial. Sin embargo, hace apenas unos días, en declaraciones a la prensa, el director general de la empresa, Javier Pagès, afirmaba que la compañía no preveía que la situación política en Cataluña pasase factura a sus productos: "Somos optimistas. Que la situación se arregle y no dañe a la economía. Esperamos que no haya boicot al cava".
También vemos otro ejemplo en Nestlé. Sus trabajadores se han mostrado públicamente preocupados por la posibilidad de que los consumidores hagan un boicot contra los productos de la multinacional, cuya sede social en España se encuentra en Cataluña y ha sido señalada en Internet, por movimientos 'españolistas', como una de las empresas a boicotear. "Pedimos responsabilidad y el cese de cualquier forma de boicot o promoción del mismo que ponga en riesgo la normal comercialización de productos Nestlé, ya que detrás de la marca hay miles de puestos de trabajo que no deben ponerse en riesgo y con los cuales se contribuye al bienestar de muchas familias a lo largo y ancho del territorio nacional", afirma UGT. Fuentes del sector entienden que este mensaje, llamativo por inesperado y por el momento elegido para difundirlo, responde a que la empresa ha mostrado internamente a sus empleados su temor a un boicot que provoque menos ventas y, al mismo tiempo, la pérdida de puestos de trabajo.
Una de las compañías que no se ha cortado a la hora de opinar es Freixenet. Su presidente, José Luis Bonet, es de los pocos que más claramente afirma con un micrófono delante que el conflicto catalán perjudica de una manera que aún no sabemos medir. En sus últimas declaraciones públicas, ha sido muy claro este lunes en esRadio: "El daño ya está aquí. Esto va a ser muy negativo. Y no es una palabra abstracta, esto lo que significa es que la gente lo va a pasar muy mal, van a perder su trabajo y van a pasarlo mal".
El consumidor 'contaminado'
Cualquier boicot perjudica no solo a empresas catalanas, sino también a compañías proveedoras de otros puntos de España. Ya ni hablamos de puestos de trabajo. Pero, sin querer, gran parte de los consumidores españoles está, por decirlo de alguna manera, 'contaminados' y no duda en señalar que la procedencia catalana de un producto le influye a la hora de añadirlo en su cesta de la compra.
Gallina Blanca, por ejemplo, está centrando en las últimas semanas la ira de muchos consumidores. La familia Carulla, dueña de la marca y de otras como Affinity, Yatekomo o Avecrem, está muy identificada en cuestiones nacionalistas. Sin ir más lejos, la Fundación Lluís Carulla es accionista del diario separatista Ara. Pese a que el dueño de Gallina Blanca, Artur Carulla, ya haya dado un paso atrás asegurando que solo "es catalanista" para no vincularse tanto con el independentismo, los compradores no perdonan.
Muchos usan el argumento de que tienen "el derecho a decidir" qué producto comprar o no y afirman que "si es catalán, no se compra". En ese sentido, la parte de la etiqueta que menciona la procedencia de los productos coge más importancia todavía. Aunque saben que Gallina Blanca puede comprar materia prima fuera de Cataluña, afirman que prefieren comprar otra marca rival y no la de alguien que quiere "romper España". Lo comentábamos: hay cierta 'contaminación' en la mente de los consumidores. La gran duda es si es solo temporal o si se mantendrá más allá de que la situación en Cataluña se tranquilice.
Las consecuencias reales del boicot no las sabremos hasta el próximo año, cuando las empresas empiecen a dar a conocer sus cifras de ventas en este 2017, sobre todo las correspondientes a este cuarto trimestre.
Como ya ha informado FoodRetail, de cara a esta próxima Navidad, donde por ejemplo el cava o el vino catalán tienen gran presencia en las mesas españolas, los retailers no salen del camino marcado y mantienen sus decisiones de compra respecto a productos catalanes. El desafío independentista parece que no influirá en sus compras a proveedores, las cuales se basarán como viene siendo habitual por la evolución de las ventas en la campaña navideña anterior y por las nuevas tendencias. Hay que tener en cuenta, además, que los pedidos para la campaña de Navidad se hacen con mucha antelación y poco ha podido influir lo ocurrido en el último mes en Cataluña.
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