¿Cuál es el futuro de las etiquetas electrónicas en los supermercados?
Consideradas de manera unánime como el futuro del retail alimentario, su grado de adopción es aún escaso y circunscrito a unas pocas compañías. No todas las tecnologías se adaptan igual de bien a las particularidades del sector.
En 2018, la startup israelí Wasteless desarrolló un modelo de etiquetas electrónicas que permitía actualizar en tiempo real el precio de los productos a medida que se acercaban a su fecha de caducidad.
Estas etiquetas prometían incrementar la facturación y los márgenes empresariales al optimizar la asignación de precios, aumentar la rotación de producto y disminuir el desperdicio, pero desde entonces han tenido un grado de adopción limitado entre las cadenas de supermercados.
En realidad, sólo Finiper, enseña con poco más de veinte hipermercados ubicada en el norte de Italia, apostó de manera decidida por la nueva tecnología.
"El consumidor ha comenzado a comportarse de manera diferente. Antes buscaba un producto a precio fijo con la fecha de caducidad más lejana; hoy, elige una fecha de caducidad más próxima por motivo de conveniencia", apuntaba en 2019 Gian Maria Gentile, por entonces director de IT en Finiper.
Durante años, el entusiasmo por estas etiquetas, consideradas de manera unánime como el futuro del retail, ha contrastado con su escaso grado de adopción. En Reino Unido, Asda llegó a cancelar una prueba en su establecimiento de Stevenage debido a resultados insatisfactorios en 2023.
Esta aparente paradoja se debe, de acuerdo a expertos consultados por Food Retail & Service, a la escasa evidencia acerca de los retornos comparado con las altas barreras de adopción.
Etiquetas RFID, ¿aptas para el retail alimentario?
En una situación similar se encuentran las etiquetas electrónicas RFID, una tecnología bien conocida por los clientes de Decathlon que, gracias a su sistema de identificación por radiofrecuencia, facilita considerablemente el proceso de pago —basta depositar los productos en la caja para que sean leídos automáticamente—, el control de inventario, la reposición de productos y la trazabilidad.
Sin embargo, de nuevo, su adopción en el retail alimentario hasta la fecha ha sido limitada.
"Su costo resulta inasumible, ya que con frecuencia es superior al valor mismo del producto", señala Miguel Murta, director de Retail en Sensei, la startup portuguesa encargada de implementar tecnologías autónomas en numerosos lineales de Europa.
"Además, la operativa presenta un problema importante dada la elevada rotación de producto (en el retail alimentario), puesto que vuelve imposible la colocación de etiquetas en las tiendas o centros de distribución. Si bien el problema del coste puede mitigarse con el desarrollo de la tecnología, aún no termino de comprender cómo se puede abordar eficazmente este segundo desafío", subraya.
No todos son tan escépticos. Otro experto en retail, Luis Miguel Espejel, considera que las etiquetas RFID podrían abaratarse si se encuentra la forma de implementarlas en fabricación, antes de llegar a tienda.
"No es viable poner etiquetas RFID a paquetes de sal con alta rotación; la clave está en que primero se utilicen en productos con alta rentabilidad y en los que sea más necesario controlar el stock y la trazabilidad, y a partir de ahí ampliar su uso", explica el experto.
En cualquier caso, grandes cadenas del sector en Europa y Estados Unidos están apostando a día de hoy por una generación de etiquetas electrónicas más económicas y sencillas, ubicadas en las estanterías y no los productos. En concreto, Walmart anunció en junio de 2023 la incorporación de etiquetas de SES-imagotag en 500 de sus establecimientos, después de realizar pruebas en varias tiendas de Arkansas.
"El proceso de actualizar el precio de las etiquetas consume mucho tiempo a nuestros empleados, por lo que estamos probando soluciones digitales que nos ayudarán a gestionar estos cambios de precios de manera electrónica. Esto permitirá a nuestros trabajadores disponer de más tiempo para dedicarlo a lo más importante: servir a nuestros clientes", explicó entonces Bala Prasanna, vicepresidente de Automatización e Innovación de tienda en Walmart Estados Unidos.
Esta nueva generación de etiquetas electrónicas no requiere baterías (se alimenta mediante Bluetooth de bajo consumo) e incorpora sensores que registran el tráfico de clientes en cada uno de los pasillos, lo que ayuda a los gerentes de tienda a mejorar la distribución de los productos, las promociones y la presentación general del establecimiento.
Por otra parte, Lidl ha anunciado en febrero de este año que incorporará etiquetas electrónicas similares en todos sus establecimientos de Reino Unido después de completar con éxito una prueba en 35 tiendas.
El discounter considera que la nueva tecnología "proporcionará a los empleados más tiempo para ayudar a los clientes", además de reducir en 206 toneladas al año sus emisiones de carbono.
Durante años, el elevado precio de estas etiquetas electrónicas ha frenado su incorporación masiva, pero esto parece estar cambiando.
"Las diversas soluciones, hasta ahora, eran demasiado caras y nadie podía verificar su retorno de inversión, pero hoy las implementaciones de Walmart y Lidl sugieren que ha sucedido algo. Una de dos opciones: o alguien ha demostrado que la inversión puede recuperarse en un plazo de tiempo aceptable, o bien los proveedores de etiquetas electrónicas han considerado invertir en estos clientes y reducir significativamente el valor de su inversión", sugiere Murta.
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