Moët Hennessy es un lujo del que LVMH podría estar dispuesta a prescindir.
La venta de botellas se ha estancado desde 2019 y las perspectivas a medio plazo no son particularmente halagüeñas, a pesar los esfuerzos del grupo por revertir la situación.
En este contexto, escindir la división de Vinos y Espirituosos del negocio principal tendría numerosos beneficios, sugieren analistas de Bersntein.
Por encima de todo, elevaría el valor total del negocio de LVMH.
El gigante del lujo francés deriva más del 80% de su facturación de tres departamentos: moda y cuero, relojería y joyería y retail selectivo, que son radicalmente diferentes del negocio de vender champán.
Las sinergias son escasas; los riesgos de dispersión, reales.
Además, la presencia de alcohol en el portafolio ha frenado la entrada de algunos fondos de inversión en el negocio, señalan fuentes de Bloomberg.
Luca Solca, analista de Bernstein, considera que una manera de llevar a cabo la escisión consiste en distribuir acciones de Moët Hennessy entre los inversores de LVMH. Otra opción es vender la división a Diageo, que ya posee el 34% de la misma y ambiciona con una parte mayor del pastel.
Desde la perspectiva del comprador, el principal escollo para la operación es su envergadura. El valor de Moët Hennesy se sitúa cerca de los 22.000 millones de dólares según cálculos de Bloomberg, una cifra difícil de asumir para una compañía que atraviesa por dificultades como Diageo.
No obstante, la multinacional británica tiene algunas alternativas. Una de ellas es vender Guiness, valorada en 10.000 millones de dólares, lo que tendría la ventaja de permitirle concentrarse en su negocio de espirituosos. Otra opción es adquirir sólo una selección de marcas —de nuevo, los espirituosos—, dejando fuera vino y champán.
Desde la perspectiva del vendedor, no está claro que Bernard Arnault quiera trocear el negocio. Pero las voces que así lo recomiendan cada vez son más numerosas.