El brócoli no te aleja del cáncer: los peligos de la 'fake science' en alimentación y consumo
El 30% de las fake news que se mueven en las redes sociales tratan sobre alimentación y e calcula que en 2022 la mitad de la información que veamos será falsa. Es necesario un lector informado y un periodismo responsable para cambiar esta preocupante tendencia.
Que el consumo de brócoli aleja el riesgo de padecer cáncer o que una copa de vino diaria reduce la mortalidad son aseveraciones que todos hemos escuchado alguna vez. De hecho, si nos preguntan, seríamos capaces de decir que estas afirmaciones se basan en estudios científicos. Pues no. Lo primero que hay que dejar claro es que no hablamos de ciencia, sino de 'fake science', falsa ciencia o -directamente- de desinformación científica.
La Universidad Oberta de Cataluña (UOC) ha publicado un interesante artículo en el que introduce este concepto de 'fake science' relacionado con los medios de comunicación con cierto cariz científico y que debería servir para hacer reflexionar a todo el sector, desde el lector hasta quienes intentamos transmitir las informaciones de la forma más veraz, como es el caso de FoodRetail & Shoppers.
Los expertos de la UOC lanzan una primera advertencia: si la información proviene de un medio con reputación científica los individuos tienen una mirada menos crítica. O lo que es lo mismo, bajamos la guardia ante un producto periodístico por sus antecedentes 'reputacionales', por su prestigio.
En febrero de 1998, el médico Andrew Wakefield presentó una investigación preliminar, publicada en la prestigiosa revista científica The Lancet, en la que se decía que 12 niños vacunados de sarampión, paperas y rubeola habían desarrollado comportamientos autistas y dolencias intestinales. Esta falsa correlación causal provocó una ola de desconfianza internacional en las vacunas que tiene efectos mediáticos, sociales y médicos todavía hoy, veinte años más tarde. "El mundo científico también tiene el reto de enfrentarse a la verdad, a las medias verdades y a la desinformación", afirma Alexandre López Borrull, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.
"La fake science (ciencia falsa) representa un problema en un entorno cada vez más competitivo y con más necesidad de publicar -el famoso 'publicar o desaparecer' (publish or perish)- de manera más rápida y frecuente se extiende a publicaciones con un alto factor de impacto, que son las que piden los financiadores", advierte López-Borrull. De este modo, los investigadores consiguen méritos para poder competir y obtener financiación para sus investigaciones. "La fake science no es más que la consecuencia emergente de la mercantilización de la ciencia, tanto por la parte de la producción, por los científicos, como de la difusión, con las revistas y las bases de datos», afirma López-Borrull.
Las implicaciones de la fake science traspasan la academia y se convierten en vitales en el momento en que llegan a la sociedad. "Los individuos, de manera natural, se adhieren a las teorías o informaciones que les están bien o que quieren oír, y si encima se presentan como conocimientos científicos les dedicarán una mirada todavía menos crítica", alerta Francesc Núñez, sociólogo y profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, que añade que "se tiende a creer lo que los medios dicen y más lo que afirman los que tienen cierto prestigio".
La importancia de creer que una noticia científica es fake science es muy relevante. «Juegan con el desconocimiento del usuario sobre ciertos temas relacionados con la ciencia, cuyo contenido puede estar relacionado con la salud o con cuestiones que pueden resultar sorprendentes por los resultados a los que apuntan y que llaman la atención, por lo que se pueden hacer virales», alerta Sílvia Martínez, directora del máster de Social Media: Gestión y Estrategia de la UOC.
"Bajo el paraguas de la fake science podemos englobar dos fenómenos: por un lado, hay determinados conocimientos que aún no están firmemente asentados en la comunidad científica, y, por otro, hay una parte de la fake science que tiene lugar dentro de la propia comunidad», explica López-Borrull. Así, informaciones científicas como el estudio que relaciona el consumo de brócoli y otros vegetales con un menor riesgo de cáncer publicado en la revista Science o bien que una copa diaria de vino reduce la mortalidad en realidad son fake science, y su publicación en revistas científicas responde a muchas causas, según el experto.
«Las conocidas como revistas depredadoras (predatory journals o predatory publishers), por ejemplo, tienen un inexistente proceso de revisión y una ínfima calidad científica, y están preparadas para confundir», alerta López-Borrull, que añade que «sería más acertado llamarlas revistas evaluadas por expertos (peer review) cuestionables que responden más a prácticas de máximo beneficio económico, marketing y mínimo rigor».
Además algunos de los sistemas que se aplican en la comprobación de artículos científicos se basan en la evaluación de expertos: la revisión de los artículos la hacen expertos, lo cual constituye uno de los pilares de la credibilidad científica, pero a la vez es un punto débil porque la mayoría de las revistas no pagan a los revisores científicos por hacer este trabajo, sino que les «ofrecen» reconocimiento a cambio de las horas de dedicación y a menudo el trabajo lo hace una editorial científica. ¿A cambio de qué? "Un cierto quid pro quo, un día la haces tú, porque asumes que alguien te la hará de tu artículo, y así seguimos con el modelo del siglo XIX", afirma López-Borrull.
LA ALIMENTACIÓN, CALDO DE CULTIVO PARA LAS FAKE NEWS
Como ya os hemos contado en alguna ocasión, el 30% de las fake news que se mueven en las redes sociales tratan sobre alimentación. Es el dato que maneja la industria española y una de sus principales preocupaciones.
Según datos de la consultora Gartner, se calcula que en 2022 la mitad de la información que veamos será falsa, y buena parte de esa 'desinformación' está relacionada con la alimentación y la nutrición. De esa problemática surgen iniciativas como #SaludSinBulos, puesta en marcha por la Asociación de Investigadores en Salud (Aies) para "combatir esos bulos y contribuir a que exista información veraz y contrastada sobre salud en la Red", tal y como explicamos en su nacimiento.
Con estos datos sobre la mesa, queda claro que cualquier iniciativa para acabar con la desinformación es bienvenida. Mucho ojo, amigo lector, con lo que 'consumen' sus ojos. Desde FoodRetail & Shoppers intentamos poner nuestro granito de arena evitando la 'comida basura' en lo que ha información se refiere. Aquí no buscamos el 'click' fácil porque, entre otras cosas, no nos va la vida en ello. Nuestro prestigio son nuestros lectores, críticos e informados. Y así seguirá siendo.
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