No puede decirse que el tema llegue por sorpresa. Desde la industria llevaban meses avisando que 2025 no sería un año favorable para el precio del café, y durante la segunda mitad de 2024 ya hubo indicios de lo que ha acabado sucediendo: el café ha experimentado un rally alcista del 40%, con precios de los futuros del arábica en máximos (4 dólares por libra) que no se veían desde hace más de cinco décadas.

Las adversas condiciones climáticas en algunos de los principales países productores -Brasil y Vietnam- vuelven a ser parte de la explicación de una producción reducida que, sumada a las tensiones geopolíticas y una distribución más costosa, han acabado por generar presiones inflacionarias en toda la cadena de valor.

Las sequías extremas seguidas de lluvias torrenciales que han golpeado a Brasil son en buena parte responsables de una caída en la cosecha 2025/26 hasta del 4,4% interanual, según datos de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), lo que representa una producción de 51,8 millones de sacos y una cifra insuficiente para el abastecimiento de la demanda global.

Por su parte, Vietnam, el mayor productor de café robusta, también ha experimentado problemas climáticos severos que han mermado la oferta de este tipo de café usado tradicionalmente para mezclas y café instantáneo, afectando a marcas que buscan opciones más económicas.

Presiones "adicionales"

Otro factor que conviene no perder de vista, según los analistas, es la presión adicional sobre la oferta mundial que representa el aumento de la demanda en mercados emergentes, como es el caso de China: el gigante asiático ha pasado de ser un mercado de nicho a un consumidor clave de café, llegando a duplicar su consumo durante la última década, hasta alcanzar los 6,3 millones de sacos en la temporada 2024/25.

Esta demanda creciente de una nueva base de consumidores que se suma a la ya consolidada de Europa y Estados Unidos tiene implicaciones directas en la industria y repercusiones en un alza de los precios para el consumidor final que ya se está sintiendo a nivel global.

Para los próximos meses, el panorama sigue siendo incierto. La imposición de aranceles del 25% a las importaciones de café colombiano anunciada por la administración de Donald Trump ha elevado aún más la incertidumbre en el mercado y en el posible impacto sobre los precios que estos aranceles podrían conllevar, para los consumidores norteamericanos pero también para la cadena de suministro global. No en vano Colombia es el segundo mayor productor de café arábica del mundo, y Estados Unidos importa, aproximadamente, el 30% de su café desde este país.

"Si EEUU impone un arancel del 25% a todas las exportaciones colombianas, el mercado del café, que ya está al rojo vivo, se calentará aún más. Colombia es el tercer productor de café del mundo (y una fuente clave de granos de arábica de primera calidad)", reflexionaba hace unos días en X Javier Blas, columnista de Bloomberg.

En la misma línea, un representante de JDE Peet’s confirmó a Reuters que "existe un cierto nivel de incertidumbre en torno a posibles aranceles para las importaciones a Estados Unidos tras la intención del presidente Trump de desarrollar aranceles recíprocos para, entre otros países, Brasil".

De momento, empresas como Nestlé y Starbucks han apostado por implementar estrategias para tratar de mitigar el impacto, como ajustar tamaños de los paquetes o mantener coberturas en los precios de compra de café. Sin embargo, los directivos de algunas compañías ya han advertido que, en el caso de persistir la tendencia alcista, será imposible evitar los reajustes en los precios. Al alza, claro está.